La creciente presencia de cormoranes doble cresta en las alrededores de Toronto está causando daños en la vegetación y provocando molestias en la comunidad local. Las autoridades buscan soluciones alternativas para gestionar esta población sin recurrir a métodos drásticos, dada su condición de especie nativa. La problemática refleja un desafío de conservación y manejo de especies en zonas urbanas.

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La colonia, que actualmente alcanza aproximadamente 18,000 ejemplares, ha aumentado en tamaño en los últimos años, lo que ha llevado a un impacto negativo en la vegetación y en los entornos recreativos de la zona.

Estos pájaros, que son #especies nativas de la región, usan los árboles para anidar, pero sus excrementos, altamente ácidos, están provocando la destrucción de los árboles y alterando el paisaje.

Este fenómeno no es nuevo en la historia del área. Cuando las colonias de cormoranes comenzaron a incrementar en la década del 2000, las autoridades ambientales de #Toronto adoptaron varias medidas para controlar su número y comportamiento, pero muchas de estas acciones han resultado ser limitadas y temporales.

El crecimiento descontrolado de la población ha llevado a que, en 2025, casi el 90% de los nidos en algunas áreas estén en el suelo, en lugar de en los árboles, lo cual complica aún más su manejo.

La problemática se ha agravado por la presencia de predadores como las martas y los mapaches en las costas urbanas, que atacan a los polluelos en las colonias terrestres.

A diferencia de otras ciudades canadienses, en Toronto los cormoranes están protegidos por ordenanzas municipales, por lo que las opciones de control ético, como la caza, no son viables.

La comunidad y las autoridades están buscando soluciones que permitan gestionar el número de aves sin dañarlas, respetando su estatus como especies nativas.

Las estrategias implementadas incluyen el uso de simulacros que ahuyentan a los pájaros, como gritos certificados durante la temporada de reproducción, y el despliegue de estructuras artificiales, denominadas 'condominios para cormoranes', diseñadas para atraerlos y ofrecerles un nuevo espacio donde restar.

También se ha recurrido a la eliminación de nidos en áreas urbanas, un trabajo que requiere esfuerzo constante y que en algunos casos ha sido frustrado por la rápida reposición de los nidos por parte de las aves.

Un plan innovador que se está considerando es la creación de hábitats flotantes, similares a islas artificiales, ideadas originalmente en Hamilton hace casi 30 años, con un costo aproximado de 2,2 millones de euros.

Estas plataformas permitirían a los cormoranes descansar y anidar en un entorno controlado, lejos de las áreas donde causan daños y molestias. La propuesta tendría un impacto positivo en la biodiversidad local, ya que evitaría que estos animales recurran a las zonas urbanizadas para criar sus polluelos.

El desafío ahora es encontrar un equilibrio entre la #conservación de los cormoranes

El desafío ahora es encontrar un equilibrio entre la conservación de los cormoranes, especies nativas cuya presencia cumple funciones ecológicas, y la protección de los espacios naturales y recreativos en las islas.

La gestión de esta especie en Toronto refleja las complejidades que enfrentan muchas ciudades al intentar armonizar el desarrollo urbano con el cuidado del medio ambiente, en un contexto donde el cambio climático y la transformación del hábitat natural ejercen presión sobre las especies nativas.

Este caso ha suscitado un debate sobre la necesidad de gestionar de manera responsable las colonias de aves silvestres en zonas urbanas, promoviendo soluciones sostenibles y respetuosas con la biodiversidad local.