Cada invierno, entre 35,000 y 50,000 águilas calvas se congregan en el valle Fraser en British Columbia para alimentarse durante su migración anual, un fenómeno que representa la mayor reunión de estas aves en el mundo y evidencia de la recuperación de la especie tras décadas de declive.

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Según datos recientes, entre 35,000 y 50,000 de estas majestuosas #aves migran hacia esta zona, formando la mayor congregación de águilas calvas del mundo, un fenómeno que llena de asombro a científicos, turistas y amantes de la naturaleza.

Este espectáculo natural tiene lugar principalmente en los meses de noviembre a febrero, cuando las poblaciones de salmones en el río Harrison alcanzan su punto álgido, sirviendo como alimento principal para las aves.

La llegada de miles de águilas desde lugares tan lejanos como Alaska y el Yukon es motivada por la necesidad de buscar alimentos cuando las aguas en sus regiones de origen se congelan en invierno, dejando sin recursos a muchas de sus presas.

El reverendo David Hancock, especialista en aves rapaces y fundador de la Hancock Wildlife Foundation, ha estudiado durante décadas la #migración de estas aves.

En declaraciones recientes, explicó que muchas de estas águilas nacen en regiones del norte y viajan hacia el sur para escapar de los inviernos severos.

La congelación de lagos y ríos obliga a estos animales a recorrer miles de kilómetros en busca de condiciones más benignas y de suficientes alimentos.

El río Harrison, uno de los cursos de agua más productivos en salmones en Canadá, se convierte en un punto neurálgico en esta migración. La abundancia del salmón chinook, que alcanza su pico en esta temporada, atrae a estos depredadores al cuerpo de agua, proporcionando una oportunidad única para la observación de la naturaleza.

El reconocido ornitólogo Rob Butler, director honorario de la Fundación para la Vida Silvestre del Pacífico, señala que la presencia de estas aves no solo es un espectáculo visual, sino también un indicador de la salud del ecosistema.

Las águilas ayudan a mantener el equilibrio al limpiar restos de peces y controlar las poblaciones de otras especies, como patos y pequeños mamíferos.

La recuperación de las águilas calvas es una de las historias de #conservación más exitosas en Norteamérica

Desde una perspectiva histórica, la recuperación de las águilas calvas es una de las historias de conservación más exitosas en Norteamérica. A mediados del siglo XX, sus cifras se habían desplomado debido al uso extensivo del pesticide DDT, que debilitaba los cascarones de los huevos y causaba mortalidades masivas.

Gracias a medidas de protección y prohibiciones de estos químicos, sus números comenzaron a aumentar, alcanzando en la actualidad cifras que superan con creces los pocos pares que se contaban en los años 50.

Este resurgir también ha tenido un impacto positivo en el turismo ecológico en la región, con festivales y tours de observación que atraen a visitantes de todo el mundo.

Como ejemplo, el Festival de las Águilas de Harrison ha llegado a ser un evento emblemático, con tours en lanchas rápidas donde los asistentes pueden admirar a estas aves en su hábitat natural.

Uno de los visitantes, Dan Woodstra, comentó que la experiencia fue inolvidable: “Nunca había visto tanta agilidad y majestuosidad en un solo lugar.

Es realmente mágico contemplar a estas aves en su entorno natural”. La presencia de las águilas calvas en el valle Fraser se espera que continúe hasta febrero, momento en el cual iniciarán su regreso al norte.

Este fenómeno no solo refuerza la importancia de la protección de la biodiversidad, sino que también recuerda la capacidad de recuperación de especies que han sabido sobreponerse a las amenazas humanas y ambientales.