Habitantes de la costa de Columbia Británica están poniendo a disposición sus propiedades para instalar dispositivos que detectan la presencia de ballenas, con el fin de reducir incidentes fatales y promover la conservación marina.
Estos esfuerzos buscan paliar el aumento de muertes y lesiones entre las ballenas, ocasionadas principalmente por colisiones con embarcaciones. La iniciativa ha cobrado relevancia tras la trágica pérdida de tres #ballenas jorobadas y una más herida en las recientes semanas.
Desde 2010, la población de ballenas jorobadas y orcas en la región ha sido motivo de preocupación debido a la creciente contaminación acústica, la cantidad cada vez mayor de tráfico marítimo y la pérdida de hábitats naturales.
La presencia de estas especies, que utilizan el sonido para comunicarse y localizar alimento, se ha visto afectada por la introducción de tecnologías humanas, como los motores de barcos y la actividad portuaria constante.
Para combatir esta crisis, científicos y organizaciones de conservación han implementado diversos dispositivos tecnológicos en la región. Suzette Alvarez, habitante de Halfmoon Bay en la Sunshine Coast, ofreció su propiedad para instalar una cámara infrarroja y un hidrófono sumergido en el océano para monitorear la presencia de ballenas.
El sistema capta sonidos y movimientos en tiempo real, permitiendo alertar a las embarcaciones y reducir la velocidad de los barcos en áreas críticas.
Estos dispositivos, que en muchos casos son financiados por los mismos residentes, han sido desarrollados específicamente para la región por organizaciones como la Raincoast Conservation Foundation.
Esta fundación sin fines de lucro trabaja en la recopilación de datos ambientales para comprender mejor el comportamiento de las especies en peligro.
La compañía ha instalado un sistema de cámaras en vivo en la zona, que puede ser visto las 24 horas en plataformas digitales, promoviendo la educación pública y la sensibilización.
La #tecnología de detección acústica, que también incluye hidrofonos colocados a profundidades de unos 20 metros, permite identificar cambios en los sonidos del entorno marino.
“El ruido subacuático ha aumentado exponencialmente en las últimas décadas, afectando seriosamente a las ballenas y otros mamíferos marinos”, explica la bióloga Valeria Vergara.
La capacidad de escuchar los cantos de las ballenas jorobadas y las orcas se ha visto reducida por el ruido de los barcos
La capacidad de escuchar los cantos de las ballenas jorobadas y las orcas se ha visto reducida por el ruido de los barcos, lo que dificulta su reproducción y búsqueda de alimento.
Otra iniciativa importante proviene de Pender Island, donde Chris Roper, residente local, instaló una cámara infrarroja de alta tecnología propiedad de los Guardianes Marinos W̱SÁNEĆ, encargados de la protección de las orcas residentes en la zona.
La cámara detecta los soplos de las ballenas en tiempo real mediante inteligencia artificial y notifica a los operadores en segundos, lo que permite implementar medidas preventivas como la reducción de velocidad de las embarcaciones.
El sistema puede detectar animales a distancias que oscilan entre uno y catorce kilómetros, dependiendo de las condiciones.
Expertos en gestión pesquera, como Harald Yurk del Departamento de Pesca y Océanos de Canadá, han resaltado el potencial de estas tecnologías como herramientas complementarias para el manejo de tráfico marítimo.
Yurk sugirió que, en caso de detectar la presencia de ballenas, se podrían establecer límites de velocidad, como reducir a 10 o 12 nudos, para disminuir el riesgo de colisiones.
Estos avances tecnológicos representan un paso importante en la conservación, pero no sustituyen las acciones humanas directas, como la vigilancia en el agua y la educación pública.
La participación activa de los residentes y la cooperación con las autoridades son fundamentales para lograr un impacto duradero.
Por su parte, Alvarez espera que la visibilidad y el acceso a estas tecnologías inspire a más personas y autoridades a tomar medidas concretas. “Cuando la comunidad participa, se crea conciencia y empatía hacia estos seres extraordinarios. La protección de las ballenas no solo es una responsabilidad, sino también una oportunidad para conservar nuestro ecosistema marino para futuras generaciones”, concluye.
