Cuatro altos directivos de grandes empresas tecnológicas han sido incorporados como oficiales en la reserva del ejército, lo que ha desatado debates sobre los conflictos de interés y la ética en la colaboración entre sector militar y tecnológico.
La noticia ha generado una intensa polémica debido a las posibles implicaciones éticas y los conflictos de interés que esta medida podría acarrear.
Supuestamente, esta iniciativa forma parte de un plan para aprovechar la experiencia de líderes en #tecnología avanzada, como inteligencia artificial, autonomía y análisis de datos, para modernizar las capacidades militares.
Sin embargo, críticos argumentan que esta colaboración podría estar llevando los límites éticos demasiado lejos, dado que las empresas involucradas, incluyendo Palantir, Meta y OpenAI, mantienen contratos millonarios con el Departamento de Defensa.
Presuntamente, estas empresas han obtenido contratos que superan los 900 millones de euros en total, principalmente para desarrollar sistemas de inteligencia artificial, análisis de datos y tecnologías de vigilancia.
Por ejemplo, Palantir, conocido por su trabajo en análisis de grandes volúmenes de información, recibió en mayo pasado un contrato valorado en aproximadamente 675 millones de euros para diseñar sistemas de inteligencia artificial destinados a identificar objetivos militares.
Por otro lado, Meta, la compañía matriz de Facebook, fue contratada en el mismo mes para crear dispositivos de realidad virtual para el ejército, mientras que OpenAI, la startup de inteligencia artificial, ganó un contrato de unos 150 millones de euros en junio para desarrollar sistemas de IA para tareas militares.
Solo Thinking Machines Lab, la startup de inteligencia artificial, no tiene contratos militares directos, pero uno de sus fundadores, según se presunta, tiene pasado en empresas como OpenAI y Palantir.
La decisión de nombrar a estos ejecutivos en la reserva del ejército
La decisión de nombrar a estos ejecutivos en la reserva del ejército, con rangos que normalmente toman años de carrera para alcanzar, ha sido vista por algunos expertos como una estrategia para 'tenerlos dentro' y facilitar una mayor influencia de la tecnología en las operaciones militares.
Según declaraciones de un portavoz del ejército, la función de estos oficiales será principalmente asesorar en temas de innovación tecnológica y no participar directamente en operaciones militares.
Sin embargo, críticos como Dru Brenner-Beck, exteniente coronel y abogado militar, expresan que hay un evidente conflicto de intereses. Brenner-Beck afirmó que, dado que las compañías de estos ejecutivos tienen contratos militares significativos, su participación en el #ejército podría favorecer sus negocios a costa de la #ética militar.
Históricamente, la integración de líderes empresariales en la estructura #militar no es inédita. Durante la Segunda Guerra Mundial, figuras como William Knudsen, presidente de General Motors, fueron ascendidas a rangos militares elevados para coordinar esfuerzos industriales.
La diferencia en la actualidad, según algunos analistas, radica en el nivel de dependencia tecnológica y en la potencial influencia que estos ejecutivos pueden tener en decisiones estratégicas.
Supuestamente, la motivación principal detrás de esta medida es la creciente amenaza de China, que según el gobierno estadounidense, requiere una modernización rápida y avanzada de las fuerzas armadas.