En las últimas semanas, se han identificado genéticamente cuatro víctimas más del campo de concentración de Orduña en Euskadi, aumentando a 22 las personas cuyos restos han sido recuperados y entregados a sus familias. Este proceso forma parte del esfuerzo por esclarecer los hechos de la represión franquista y reconocer a las víctimas, muchas de las cuales eran originarias de Extremadura y Castilla-La Mancha.

La última semana, el Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos del Gobierno Vasco anunció la identificación genética de cuatro nuevas víctimas, elevando el total de personas cuyas identidades han sido recuperadas a 22, de un total de 93 restos exhumados en este cementerio.
Estos avances representan un paso importante en la recuperación de la #memoria histórica y en el reconocimiento de las víctimas del régimen franquista, muchas de las cuales eran originarias de zonas como Extremadura y Castilla-La Mancha, reflejando el carácter disperso y múltiple de las víctimas en ese período oscuro de la historia española.
Los restos de estas víctimas, recuperados en diferentes campañas de exhumación realizadas en 2014, 2022 y 2024, han sido sometidos a análisis de ADN para cotejarse con muestras proporcionadas por sus familiares.
Entre las personas identificadas en el último proceso se encuentran Faustino Aguado Serrano, originario de Tomelloso (Ciudad Real), Manuel Guillén Expósito, de Badajoz, Miguel Fuertes Molina, de Mirandilla, y Antonio Monge Crucera, de Medellín, todos ellos de Extremadura y Castilla-La Mancha.
La identificación de estos restos ha sido posible gracias al trabajo coordinado entre diferentes instituciones, incluyendo la Sociedad de Ciencias Aranzadi, encargada de los trabajos de exhumación y antropología forense, y el laboratorio genético Biomics de la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea (UPV/EHU), responsable del cotejo genético.
El proceso de identificación ha sido complejo debido a la gran cantidad de tiempo transcurrido desde la muerte de estas personas, lo que dificulta la conservación del ADN en los restos óseos y complica también la búsqueda de familiares vivos.
Sin embargo, el trabajo conjunto con asociaciones memorialistas, instituciones locales y familiares ha permitido ampliar la base de datos y mejorar las probabilidades de identificación.
La Convivencia y los Derechos Humanos
Además, Gogora, el Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos, mantiene un listado con los nombres, apellidos y lugares de origen de los 225 fallecidos en Orduña, facilitando la búsqueda de descendientes y aportando muestras de ADN para cotejos.
Este esfuerzo se enmarca en el Programa de Búsqueda e Identificación de Personas Desaparecidas de la Guerra Civil, que trabaja en colaboración con la Sociedad de Ciencias Aranzadi y el laboratorio genético de la UPV/EHU, y cuyo objetivo es esclarecer la identidad de las víctimas y ofrecer a sus familias la posibilidad de despedirlos dignamente.
La próxima semana, la consejera de Justicia y Derechos Humanos, María Jesús San José, junto con Alberto Alonso, director de Gogora, y personal técnico especializado visitarán el cementerio para comunicar las identificaciones, entregar los restos a las familias y acompañarlas en los procesos de inhumación.
Este trabajo no solo busca la recuperación física de los cuerpos, sino también la reparación moral y el reconocimiento de todas las víctimas, muchas de las cuales permanecen en un estado de anonimato desde hace más de 70 años.
La historia de estos presos y víctimas del franquismo, en particular de aquellos que fueron deportados desde provincias como Badajoz y Ciudad Real, refleja la magnitud del sufrimiento y la represión sufrida en esa época, contribuyendo a una memoria colectiva que debe ser preservada y honrada.
Desde el inicio de estos trabajos, se ha insistido en la importancia de la colaboración familiar, institucional y social para completar el mapa de víctimas y ofrecer respuestas a los familiares que aún buscan a sus seres queridos.
La identificación genética, combinada con el trabajo documental, es fundamental para lograr un homenaje digno y duradero a quienes sufrieron la represión en aquellos años oscuros de la historia española.