Investigadores en Euskadi determinan que aplicar estrategias de lenguaje inclusivo contribuye a disminuir prejuicios masculinos, desafiando argumentos tradicionales en contra y promoviendo una visión más igualitaria en la sociedad.

La investigación, titulada “El lenguaje como herramienta para el cambio social: Estudio teórico y empírico de las consecuencias del uso del lenguaje inclusivo”, fue presentada hoy por Emakunde, el Instituto Vasco de la Mujer, y ha sido desarrollada por un equipo multidisciplinario de investigadoras.
Este trabajo se financió gracias a una beca otorgada por Emakunde, con el objetivo de profundizar en la percepción y el impacto del lenguaje en las cuestiones de género.
La relevancia de esta #investigación radica en su intención de contribuir a la comprensión de cómo las palabras y expresiones que empleamos diariamente pueden influir en nuestras expectativas y actitudes hacia hombres y mujeres.
El estudio combina análisis teóricos con experimentos prácticos en diferentes contextos lingüísticos de Euskadi. A diferencia de otros idiomas como el inglés o el alemán, en los que el género en el lenguaje es explícito y a menudo estructuralmente marcado, las autoras han querido analizar también la percepción del euskera, una lengua en la que no existe género gramatical.
Sorprendentemente, las investigadoras descubrieron que, aunque en teoría el euskera no incurre en usos sexistas, en la práctica hay resistencia y desconocimiento sobre cómo aplicar estrategias de lenguaje inclusivo.
Los experimentos realizados en universidades y en la comunidad general revelaron que el empleo del #lenguaje inclusivo disminuye el sesgo masculino que, aún hoy en día, prevalece cuando se emplea el masculino genérico.
Es decir, que decir “los profesionales” en lugar de “los hombres profesionales” contribuye a que la percepción de quién puede ocupar un determinado puesto sea más igualitaria.
Además, las respuestas de los participantes indicaron que, si bien algunos consideran que el lenguaje inclusivo es difícil de implementar en la comunicación oral debido a su complejidad, no consideran que sea una práctica inútil o ridícula.
Otros argumentos en contra del uso del lenguaje inclusivo, como la supuesta economía del lenguaje, la falsa ambigüedad o la confusión entre género gramatical y social, fueron desmentidos por la investigación.
Por otro lado, el estudio también analizó los factores sociales y demográficos que influyen en la percepción del género en el lenguaje. Por ejemplo, se observó que el género gramatical que se emplea en la descripción de un puesto laboral tiene un impacto directo en las expectativas sobre quién puede acceder a ese empleo.
Esto tiene implicaciones importantes en ámbitos como la contratación y la representación en cargos de liderazgo.
La investigación remarca la necesidad de continuar profundizando en estos estudios en diferentes lenguas y comunidades
La investigación remarca la necesidad de continuar profundizando en estos estudios en diferentes lenguas y comunidades, para entender cómo las variaciones culturales y lingüísticas afectan la percepción de género.
La profesora Laura Vela-Plo, una de las investigadoras principales, destaca que “el lenguaje no solo refleja la realidad social, sino que también la moldea”.
Desde la historia del idioma vasco, se sabe que las lenguas pueden actuar como reflejo y motor de cambios sociales. El euskera ha resistido e islas de uso muy conservador, aunque en las últimas décadas se ha visto una revitalización importante en las políticas de normalización y uso del euskera en la educación y en los medios de comunicación.
La incorporación de estrategias inclusivas en este contexto puede ser un paso decisivo para avanzar hacia una sociedad más igualitaria.
Las autoras insisten en que es crucial ampliar estos estudios a una mayor variedad de poblaciones y contextos, para entender con mayor detalle cómo el género gramatical y social influye en las conductas y expectativas.
La lucha contra los prejuicios de género y la promoción de la igualdad mediante el lenguaje se inscriben en un proceso que, si bien es complejo, puede tener un impacto duradero en la transformación social.