El mercado del colágeno marino está creciendo, promocionado por sus beneficios para la salud articular y la piel juvenil. ¿Pero es esto sostenible ante la amenaza de la sobreexplotación y el cambio climático en los océanos?
El mercado del colágeno marino está en auge, con un valor estimado de más de 1 mil millones de euros y en constante crecimiento.
Esta tendencia se debe a la demanda de productos para el cuidado de las articulaciones y la piel joven.
Sin embargo, la sobreexplotación pesquera y el cambio climático ya amenazan la vida marina global, lo que plantea la pregunta de si esta es una opción sostenible en la lucha contra el envejecimiento.
Dependiendo de la fuente de donde proviene el colágeno, podría no estar claro cuál es su impacto en el medio ambiente.
Algunos productos de colágeno marino se promocionan como naturales o respetuosos con el medio ambiente, pero la realidad es que no siempre se conoce su origen exacto.
Nuestros cuerpos producen naturalmente colágeno, que proporciona elasticidad y fuerza a nuestra piel, tendones, huesos y otros tejidos.
A medida que envejecemos, producimos menos.
Sin embargo, se puede encontrar ampliamente en el reino animal, lo que ha llevado a la popularidad de los suplementos de colágeno derivados de otras criaturas.
En este sentido, el colágeno marino se presenta como una alternativa más sostenible, con un menor riesgo de transmisión de enfermedades que el colágeno de mamíferos y diferencias químicas que podrían facilitar su absorción.
A pesar de esto, la sostenibilidad no está garantizada cuando se trata de una nueva demanda de criaturas marinas, ya que más de un tercio de las reservas mundiales de peces están sobreexplotadas y el número sigue en aumento.
William Cheung, director del Instituto para los Océanos y la Pesca de la Universidad de B.C., advierte que cualquier nuevo uso de los océanos debe considerarse en el contexto actual de la sobreexplotación y el cambio climático.
Además, científicos canadienses han expresado preocupaciones sobre la demanda de otros suplementos nutricionales a base de peces, como el aceite de hígado de tiburón y los ácidos grasos omega-3.
Los consumidores se enfrentan al dilema de no saber exactamente de dónde proviene su colágeno marino, ya que muchos productos no proporcionan información sobre la especie utilizada, si fue capturada de forma salvaje o cultivada, o la región en la que creció. Ante esta incertidumbre, las etiquetas ecológicas como el sello azul del Marine Stewardship Council pueden ser una guía para evitar riesgos ambientales.
En resumen, el colágeno marino es una tendencia en aumento con beneficios potenciales, pero su impacto ambiental y sostenibilidad aún están en debate.
La demanda de productos como el colágeno marino plantea importantes cuestiones sobre la gestión de los recursos marinos, la equidad y la seguridad alimentaria en un mundo en constante cambio y amenazado por la sobreexplotación de recursos naturales.