Una investigación en Madrid muestra que, incluso después de dos años de abstinencia, las personas con dependencia alcohólica siguen presentando respuestas biológicas que incrementan el riesgo de recaída. El estudio, realizado en colaboración con la Universidad Miguel Hernández, analiza los niveles de cortisol y la reactividad ante estímulos relacionados con el alcohol, sugiriendo la necesidad de ajustar los programas de recuperación.

El trabajo, publicado en la revista 'Frontiers in Psychiatry', apunta a que, aunque los síntomas de ansiedad y depresión disminuyen con el tiempo, los marcadores biológicos asociados a la adicción permanecen alterados, lo que incrementa el riesgo de recaídas en estos pacientes.
Supuestamente, este hallazgo refuerza la idea de que la dependencia al alcohol no se cura simplemente con dejar de beber. La investigación, que analizó los niveles de cortisol en 154 pacientes del programa de tratamiento del Hospital 12 de Octubre, revela que la respuesta neuroendocrinológica a estímulos visuales relacionados con el alcohol se mantiene constante incluso tras largos periodos de abstinencia.
En concreto, los niveles de cortisol, una hormona vinculada a la respuesta al estrés, no mostraron variaciones significativas antes y después de la visualización de dichas imágenes, lo que indica que la reactividad neurobiológica persiste.
Este patrón, conocido como respuesta de cortisol disminuida o blunted cortisol response, presuntamente refleja una sobrecarga del eje del estrés, una condición que puede facilitar las recaídas.
Según Gabriel Rubio, jefe de Servicio de Psiquiatría en el hospital madrileño y catedrático en la Universidad Complutense, “la respuesta automática a estímulos relacionados con el alcohol, que se mantiene incluso tras años de abstinencia, indica que el cerebro continúa en un estado de alerta permanente ante posibles desencadenantes”.
Supuestamente, estos datos sugieren que la #recuperación de la adicción requiere estrategias de intervención prolongadas y personalizadas que vayan más allá del simple abandono del consumo.
El estudio también señala que la vulnerabilidad al estrés, que puede mantenerse en el tiempo, sería mayor en hombres y en pacientes que tuvieron recaídas durante el proceso de tratamiento.
Jorge Manzanares, profesor de Farmacología en el Instituto de Neurociencias de la Universidad Miguel Hernández y el CSIC, explica que “el cortisol puede considerarse un marcador accesible y poco invasivo para identificar a quienes tienen mayor riesgo de recaída o complicaciones relacionadas con el estrés crónico”.
La investigación, que evaluó a los pacientes en dos momentos diferentes, uno al inicio del tratamiento y otro dos años después, encontró que, aunque los síntomas de ansiedad, depresión e impulsividad disminuyeron, la reactividad al estímulo visual y la respuesta hormonal permanecieron estables.
Además, los pacientes mostraron diferencias marcadas respecto a un grupo control sin problemas de adicción.
Y que dejar de beber no equivale a una recuperación definitiva
Supuestamente, estos hallazgos confirman que el Trastorno por Uso de Alcohol tiene carácter crónico, y que dejar de beber no equivale a una recuperación definitiva.
Los expertos insisten en la necesidad de diseñar programas de seguimiento y apoyo a largo plazo, al menos durante cinco años, que ayuden a las personas en proceso de recuperación a mantener su estabilidad.
La importancia de implementar estrategias de continuidad en los cuidados, en entornos habituales, resulta fundamental para evitar recaídas y consolidar un proceso de recuperación basado en valores y apoyo psicológico.
Este estudio ha contado con financiación del proyecto PI22/00355 del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), cofinanciado por la Unión Europea, además del respaldo de la Oficina Regional de #Salud Mental de Madrid, la Federación de Ex-Alcohólicos y la Red de Investigación en Atención Primaria de Adicciones (RIAPAd).
La Universidad Miguel Hernández, donde se realizó parte del trabajo, ha sido reconocida como Centro de Excelencia Severo Ochoa (CEX2021-001165-S), destacando su liderazgo en neurociencia y salud mental.