El exárbitro Pablo Lunati comparte detalles de su infancia marcada por la violencia familiar, su trayectoria en el arbitraje de Buenos Aires y sus planes de postularse como presidente de River Plate, además de criticar duramente el rol del VAR y la dirigencia del fútbol argentino.

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Pablo Lunati, uno de los árbitros argentinos más reconocidos y polémicos de las últimas décadas, no solo se ha destacado por su presencia en partidos de Primera División, sino también por su historia personal llena de retos y su fuerte passion por River Plate, el club de su infancia.

En una entrevista exclusiva con Clarín, realizada en su lavadero de autos del conurbano bonaerense, Lunati compartió detalles sobre su pasado difícil, su trayectoria en el arbitraje y sus ambiciones futuras, que incluyen postularse como presidente del club millonario.

Nacido en Santos Lugares, partido de Tres de Febrero, Lunati salió a la luz sobre su infancia marcada por la violencia familiar. Su madre, ferroviaria, y su padre, empleado municipal, formaban una familia de trabajadores que, en su momento, struggle for daily survival. Desde pequeño, Pablo fue un niño travieso, y a los 14 años, tomó la difícil decisión de abandonar su hogar debido a los episodios de agresión que sufrían tanto él como su madre.

La violencia de género y los golpes físicos en su familia dejaron en él marcas profundas que aún recuerda con pesar.

Su acercamiento al fútbol no fue casual. En Santo Lugares, en una estación de servicio donde trabajaba un jugador de fútbol, Jorge Naón, que además era juez de línea, le sugirió que hiciera el curso de árbitro.

Aunque al principio pensó que era una locura, a los 23 años decidió empezar en esta profesión, después de un período en que vivió en la calle y dormía en mesas de pool en un local en su barrio.

Con el tiempo, su esfuerzo y dedicación lo llevaron a debutar en Primera en un partido entre Vélez y Olimpo en Liniers, en el año 2006. En aquella oportunidad, el debut fue de nervios, pero rápidamente se adaptó a una categoría que no solo requiere conocimiento técnico, sino también una fortaleza mental y emocional.

Durante su carrera, fue uno de los árbitros más respetados y surgió en la época de Julio Grondona al frente de la Asociación del Fútbol Argentino, un período caracterizado por una fuerte presencia de poder y distintas polémicas.

Lunati rememoró que, en aquella época, su preparación incluía sesiones con psicólogos deportivos para manejar su carácter y gestos en la cancha, ya que consideraba que el árbitro también juega el partido en el sentido emocional y psicológico.

Él siempre defendió la idea de que no hay Maradona ni Messi en el arbitraje, pero sí un jugador que debe estar concentrado y jugar en equipo con los demás colegas.

A lo largo de su carrera, dirigió casi 400 partidos en Primera División, destacándose por su manejo correcto y sin grandes escándalos, aunque admite que algunos errores son inevitables.

Recuerda con tristeza una jugada en Chicago, donde cobró un penal que no existió, lo que generó una furiosa persecución en su contra por parte de los hinchas y mucha presión, un episodio que marcó un momento muy intenso en su trayectoria.

En cuanto a su visión sobre el arbitraje en Argentina, fue crítico con la internalizado sistema de poder y con la influencia de personajes como Federico Beligoy, a quien acusa de tener un rol incompatibles y de manipular decisiones.

También expresó su rechazo al VAR, considerándolo un