Investigadores del Museo Real de Ontario revelan nuevos datos sobre un antiguo animal marino relacionado con los ciempiés y los cangrejos.
Investigadores del Museo Real de Ontario (ROM) han hecho un hallazgo fascinante sobre una antigua criatura marina que habitó en los océanos de la Tierra hace aproximadamente 505 millones de años.
Esta especie, conocida como Odaraia alata, es un ejemplar de la explosión cambriense, un periodo en el que la vida en el planeta experimentó un notable aumento tanto en diversidad como en complejidad.
Odaraia fue descubierto por primera vez en el esquisto de Burgess en British Columbia, Canadá, hace más de un siglo, pero muchos de sus aspectos esenciales permanecían sin resolver hasta ahora.
Las investigaciones anteriores, como la realizada en 1981, habían dejado muchas preguntas sobre este extraño animal, incluyendo su método de alimentación y la cantidad exacta de patas que poseía.
Sin embargo, un nuevo estudio que fue publicado en la revista *Proceedings B* ha aclarado muchos de estos misterios.
Este artrópodo, que media aproximadamente 20 centímetros, no solo era un gran nadador gracias a sus 30 pares de patas, sino que también contaba con mandíbulas, lo que lo clasifica dentro del grupo de los mandíbulados, parientes de los ciempiés, los cangrejos y los insectos que conocemos en la actualidad.
Alejandro Izquierdo López, autor principal del estudio y durante el tiempo del trabajo, un estudiante de doctorado en la Universidad de Toronto, reveló que, a diferencia de lo que se sabía previamente, Odaraia no solo poseía mandíbulas, sino que era capaz de nadar boca abajo para capturar su alimento.
Su forma peculiar, similar a un taco, estaba diseñada para maximizar su eficacia en la búsqueda de comida entre las espinas que adornaban sus patas.
De hecho, uno de los descubrimientos más sorprendentes fue que cada pata de Odaraia presenta espinas minúsculas organizadas en aproximadamente 20 segmentos.
Esto significa que cada pata puede tener hasta 80 espinas en total.
Se cree que estas extremidades actuaban como redes, capaces de atrapar pequeñas partículas y criaturas que flotaban en el agua.
La forma en que este animal consumía su alimento era similar a la de los camarones de cola de renacuajo actuales: nadando boca abajo y transportando las partículas de comida desde la parte trasera hacia las mandíbulas para masticar.
Este insight sobre la vida de Odaraia alata es crucial, ya que ofrece una ventana a la evolución de los mandíbulados, un grupo que se diversificó en tres ramas principales: algunos evolucionaron hacia los insectos terrestres, otros se convirtieron en ciempiés y el resto permaneció en el océano, desembocando en crustáceos como los cangrejos y los camarones.
Comprender estas formas de vida tempranas no solo nos ayuda a conocer nuestro pasado, sino también a poner en contexto la naturaleza de los organismos actuales.
El estudio de estos antiguos animales marinos se vuelve cada vez más importante, ya que nos invita a reflexionar sobre la magnitud y la diversidad de la vida a lo largo de los siglos.
El trabajo continuo en el Museo Real de Ontario, que alberga la mayor colección de fósiles del periodo Cámbrico, aporta un conocimiento valioso sobre la evolución de estas especies y, en último término, sobre nuestra propia existencia.
Al igual que hace 500 millones de años, la vida sigue siendo un fenómeno extraordinario y digno de asombro.