El Observatorio de Aves de Point Lepreau en Saint John cumple tres décadas de monitoreo de la migración de aves marinas, aportando datos cruciales para la ciencia y la conservación ambiental.
Desde su creación en 1995, esta iniciativa ha permitido registrar la llegada de más de 1,7 millones de aves de aproximadamente 114 especies diferentes, proporcionando información valiosa para entender cambios en los ecosistemas marinos y el impacto del cambio climático.
El observatorio está estratégicamente ubicado en el extremo norte de la Bahía de Fundy, uno de los puntos más relevantes para el paso migratorio de aves marinas en la región.
La ubicación facilita la observación casi continua del paso de aves que se dirigen hacia el norte en primavera y hacia el sur en otoño, lo que permite a los científicos y voluntarios recopilar datos precisos y consistentes cada año.
Jim Wilson, un observador experimentado y uno de los cofundadores del observatorio, relata que en temporadas de pico, se pueden contabilizar hasta 8,000 aves en una hora, volando a una velocidad promedio de aproximadamente 60 kilómetros por hora.
La metodología de conteo consiste en sesiones de 15 minutos, realizadas en bloques de cuatro horas, donde los voluntarios observan y registran los ejemplares avistados.
Estos datos, que se comparten con la Agencia de Vida Silvestre de Canadá, permiten analizar tendencias en las poblaciones de aves marinas y determinar posibles efectos de los cambios ambientales.
La importancia de las aves como bioindicadores es fundamental para detectar alteraciones en el ecosistema. Julie Bauer, coordinadora del programa y voluntaria de larga data, explica que al monitorear las especies que migran desde el Ártico, se puede detectar con antelación cualquier impacto negativo derivado del calentamiento global.
Dado que la región polar está experimentando cambios acelerados en su clima, la migración de las aves representa una especie de barómetro natural de la salud del medioambiente.
El origen del observatorio tiene un giro interesante: durante una observación casual en 1995, Jim Wilson y su amigo Dave McCurdy notaron un enorme buque petrolero que transitaba cerca y reflexionaron sobre el potencial daño que un derrame de petróleo podría causar a las aves marinas que pasaban en ese momento.
Esta inquietud los motivó a establecer un programa de vigilancia y protección, que posteriormente se consolidó en el actual observatorio.
A lo largo de los años, el voluntariado ha sido la columna vertebral del proyecto. La comunidad de Saint John, que cuenta con varios centenares de voluntarios, participa activamente en las campañas de conteo y formación. La organización busca constantemente ampliar su base de colaboradores, promoviendo talleres en primavera para nuevos voluntarios, quienes aprenden técnicas de observación y conteo en equipo.
Representa una oportunidad de conexión con la naturaleza y de contribuir a la #conservación y protección de especies en riesgo
El valor de esta iniciativa trasciende la ciencia. Para la comunidad, representa una oportunidad de conexión con la naturaleza y de contribuir a la conservación y protección de especies en riesgo, muchas de las cuales están actualmente amenazadas por el cambio climático y la actividad humana.
Históricamente, la Bahía de Fundy ha sido un punto crucial para varias especies migratorias, no solo aves, sino también mamíferos marinos. La observación y el estudio continuos en esta área aportan datos clave para comprender la dinámica de los ecosistemas marinos de la región, además de alertar sobre posibles escenarios futuros.
La riqueza de datos acumulados en estos 30 años es un testimonio del compromiso de la comunidad y la importancia de la #ciencia ciudadana en la conservación ambiental.
