Una historia conmovedora sobre la reintroducción de tigres de Amur y su impacto en la conservación.

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En 2014, un grupo de científicos en Rusia tomó una decisión crucial para la conservación de una especie en peligro de extinción: liberaron a un par de cachorros de tigre de Amur huérfanos en una zona remota del extremo oriente ruso.

Conocidos a menudo como tigres siberianos, estos magníficos felinos son los más grandes del mundo y se encuentran en una situación crítica.

Los cachorros, llamados Boris y Svetlaya, fueron rescatados de la naturaleza con apenas tres a cinco meses de vida en las montañas Sikhote-Alin, en la principal reserva de estos tigres.

Después de crecer en cautiverio, fueron liberados a los 18 meses de edad con el objetivo de expandir su distribución en la región de Pri-Amur, situada a lo largo de la frontera entre Rusia y China.

Lo que siguió fue un relato notable.

Tras un año de su liberación, los científicos se sorprendieron al observar que Boris había recorrido más de 200 kilómetros en línea recta hasta el hogar de Svetlaya.

Se había unido a ella, lo que no solo demostró que los tigres podían adaptarse a la vida salvaje, sino que también ofreció una increíble historia de amor entre estos felinos.

Seis meses después de su reencuentro, Svetlaya dio a luz a una camada de cachorros, sembrando esperanza para el futuro de la especie.

La estrategia utilizada en este proyecto se ha inspirado en técnicas previas de conservación, como el caso del lince ibérico en España, donde el rescate y la reintroducción de individuos en su hábitat natural ha tenido éxito previo.

Sin embargo, nunca antes se había intentado con grandes felinos como el tigre de Amur.

Un estudio reciente realizado por científicos de la Wildlife Conservation Society, publicado en la Journal of Wildlife Management, sugiere que la reintroducción exitosa de cachorros rescatados como Boris y Svetlaya podría convertirse en una opción viable para restaurar a los tigres salvajes en su rango histórico.

Actualmente, se estima que la población de tigres en Rusia oscila entre 485 y 750 individuos.

Sin embargo, los investigadores creen que el área de la frontera Rusia-China, que incluye la región de Pri-Amur, podría albergar cientos más de estos majestuosos animales.

La historia de Boris y Svetlaya es solo un ejemplo del potencial para la reintroducción de otros tigres.

Previamente, dos cazadores encontraron a una tigres hembra, Zolushka (o ‘ Cenicienta’ en ruso) en una nevada, que también fue liberada por conservacionistas.

Poco tiempo después, una cámara trampa registró la presencia de un tigre macho desconocido cerca de la zona donde Zolushka había sido soltada.

Este es un paso alentador hacia la recuperación de los tigres de Amur, una especie cuya existencia sigue en riesgo y que necesita urgentemente protección y conservación.

La historia de estos tigres es un recordatorio de la resiliencia de la naturaleza y del impacto positivo que las iniciativas de conservación pueden tener en la fauna salvaje.