Singapur está teniendo problemas para hacer cumplir su postura contra los cigarrillos electrónicos, mientras que en Australia se debaten las leyes sobre su prohibición.

En Singapur, a pesar de tener algunas de las leyes anti-vapeo más estrictas del mundo, la presencia de personas fumando dispositivos de nicotina es cada vez más común en las calles.

Cualquier persona sorprendida con un cigarrillo electrónico puede ser multada con 2000 dólares de Singapur (2260 euros). Aquellos que sean descubiertos vendiendo uno enfrentarán una sanción de 10,000 dólares de Singapur (11,300 euros) y podrían enfrentar tiempo en prisión si se encuentran más dispositivos.

A pesar de la intensa vigilancia de las autoridades en los aeropuertos y puntos de entrada al país, el mercado negro de dispositivos vape sigue creciendo.

La adicción a la nicotina y la facilidad de acceder a estos productos a través de la aplicación de mensajería cifrada Telegram ha llevado a un aumento significativo en el número de personas que utilizan cigarrillos electrónicos en Singapur.

Por otro lado, en Australia, se está debatiendo la prohibición de la fabricación y venta de los vapes sin receta médica.

Mientras tanto, en Malasia, país vecino de Singapur, la industria del vapeo está en pleno auge, con una amplia disponibilidad de productos y una marcada promoción en redes sociales.

La diferencia en la regulación y enfoque hacia el vapeo entre estos países vecinos es notable y demuestra los desafíos que enfrentan las autoridades para controlar esta tendencia en la región.