El expresidente uruguayo Pepe Mujica falleció en su chacra a los 89 años, dejando un legado de lucha, sencillez y reformas progresistas en Uruguay. Su vida estuvo llena de momentos históricos y una coherencia que lo convirtió en símbolo internacional.

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El pasado martes 13 de mayo de 2025, Uruguay perdió a uno de sus personajes más emblemáticos, José “Pepe” Mujica, a los 89 años. Mujica falleció en su pequeña chacra en las afueras de Montevideo, rodeado de la naturaleza que tanto valoraba. La causa de su muerte fue una avanzada etapa de cáncer de esófago, que se había extendido al hígado, condición que él mismo había anunciado meses antes.

En abril, Mujica reveló su diagnóstico con una sinceridad que lo caracterizaba, y decidió no someterse a tratamientos agresivos por su edad y su estado de salud, prefiriendo vivir sus últimos días con dignidad y en paz.

“Ya terminó mi ciclo. Sinceramente, me estoy muriendo. Y el guerrero tiene derecho a su descanso”, expresó Mujica en sus últimas declaraciones, en las que dejó en claro que aceptaba el final de su vida con una actitud de aceptación y gratitud.

Este mensaje resonó en todo el mundo, donde fue admirado no solo por su historia política sino también por su estilo de vida austero y su filosofía de sencillez.

La vida de Mujica fue un reflejo de la historia reciente de Uruguay. En los años 60 y 70, fue militante activo del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, un grupo guerrillero que luchaba contra las injusticias sociales y la dictadura militar que azotó el país en esa época.

Fue arrestado, torturado y pasó más de una década en prisión en condiciones extremas, convirtiéndose en símbolo de resistencia y lucha por la libertad.

Tras su liberación, Mujica ingresó en la política institucional, ocupando cargos como legislador, ministro y, finalmente, presidente del Uruguay desde 2010 hasta 2015.

Durante su mandato, Mujica impulsó reformas progresistas que colocaron a Uruguay a la vanguardia en derechos civiles en América Latina. Entre ellas, la legalización del matrimonio igualitario, la regulación del mercado de cannabis y una política exterior que defendía la autodeterminación de los pueblos, alejándose de las influencias tradicionales de potencias extranjeras.

Su estilo de gobierno se caracterizó por la austeridad personal y la cercanía con el pueblo, renunciando a la residencia oficial y donando una parte significativa de su salario.

Su vida sencilla y sus discursos contra el consumismo lo convirtieron en una figura de referencia internacional. Mujica vivió en su modesta chacra, donde trabajaba con su tractor hasta sus últimos días, dejando un legado de coherencia y compromiso social. En su última entrevista, expresó su deseo de ser enterrado en su tierra, junto a su perra Manuela, bajo un sequoia que plantó con cariño. “Estoy haciendo los papeles para que ahí también me entierren a mí. Y ya está”, afirmó.

A lo largo de 2024, Mujica mantuvo un fuerte compromiso político, apoyando la candidatura de Yamandú Orsi, su sucesor y actual presidente, quien asumió en marzo de ese año.

Mujica veía en Orsi la continuidad de un proyecto social y político que él mismo había impulsado. En sus últimas declaraciones, agradeció a su esposa, la ex vicepresidenta Lucía Topolansky, su compañera de toda la vida y militancia, por su apoyo incondicional.

En noviembre de 2024, en una emotiva entrevista con BBC Mundo, Mujica expresó: “A pesar de todos los pesares, estuve añares preso, me pasó de todo, después fui presidente.

Entonces tengo que gritarle gracias a la vida”. Antes, en octubre, participó en su último acto público de campaña, entregando un discurso lleno de emotividad y reflexión. Allí, afirmó que se encontraba en la recta final de su vida, pero con la satisfacción de haber contribuido a un cambio en su país y en el mundo.

“La lucha continúa”, solía decir Mujica, quien siempre defendió la importancia de dejar una huella positiva en las generaciones futuras. Su legado, que combina una historia de resistencia, coherencia y compromiso social, seguirá inspirando a quienes creen en un mundo más justo y humano.

Hoy, Uruguay y el mundo despiden a un hombre que convirtió su vida en un ejemplo de integridad y entrega a la causa del pueblo.