Decenas de miles de neozelandeses se congregaron para defender los derechos maoríes y el Tratado de Waitangi, en un momento crítico para las relaciones raciales en el país.

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Wellington, Nueva Zelanda: La reciente propuesta de ley que intenta redefinir el tratado fundador de Nueva Zelanda, firmado entre la Corona Británica y los jefes maoríes, ha generado una fuerte conmoción política en el país.

El martes pasado, alrededor de 42,000 personas se manifestaron frente al Parlamento neozelandés en respuesta a esta propuesta.

Aunque se espera que esta ley nunca sea aprobada, ha destacado la tensión existente en las relaciones raciales y ha puesto de relieve la difícil conversación que ha durado 180 años sobre cómo Nueva Zelanda debe honrar sus compromisos con los pueblos indígenas desde la colonización.

Las manifestaciones, que comenzaron hace una semana, culminaron en una marcha significativa por las calles de Wellington, siguiendo la tradición maorí conocida como hīkoi, o caminata.

Este tipo de protesta busca llamar la atención sobre las violaciones asociadas al Tratado de Waitangi, firmado en 1840, y es probable que se trate de la más grande demostración en defensa de los derechos del tratado en la historia moderna de Nueva Zelanda.

Los participantes de la marcha sostuvieron pancartas con mensajes tanto de humor como de crítica hacia los miembros del Parlamento responsables de la propuesta, mientras que otras expresiones se enfocaban en celebrar la identidad maorí y la herencia de aquellos que apoyaban la causa, aunque no sean maoríes.

Una de las preocupaciones más destacadas fue la apropiación de tierras maoríes durante la colonización, una de las principales quejas que surgieron a raíz del tratado.


"El tratado es un documento que nos permite estar aquí en Aotearoa, así que sostenerlo y respetarlo es fundamental", comentó Ben Ogilvie, de ascendencia Pākehā (neozelandés europeo), utilizando el nombre maorí del país.

"Odio lo que este gobierno está haciendo para desmantelarlo". La presencia de la multitud fue tan abrumadora que, según fuentes policiales, muchas personas tuvieron que agolparse en las calles aledañas a los terrenos del Parlamento.

En un ambiente casi festivo, algunos manifestantes se subieron a un tobogán infantil en el césped para tener una mejor vista, mientras que otros se acomodaron en los árboles.

Este debate sobre un tratado de 180 años es fundamental por su condición de documento constitutivo de Nueva Zelanda.

Firmado entre representantes de la Corona Británica y 500 jefes maoríes, el tratado establece principios que guían la relación entre la Corona y los maoríes en dos versiones: una en inglés y otra en maorí. La existencia de este tratado ha sido testigo de un largo y complicado camino para la población indígena y la construcción de una identidad nacional que incluya a todos sus miembros, reconociendo la diversidad cultural y la historia de la colonización.

La cuestión de cómo se gestionan estos acuerdos en el presente sigue siendo una de las principales dificultades para la cohesión social en Nueva Zelanda.