La conmemoración del primer aniversario del ataque al festival Nova en Israel donde perdieron la vida 364 personas.

Justo a las 6:29 am, como el sol comenzaba a elevarse en el cielo, una serie de cohetes sorprendieron a los asistentes del festival Nova, en el sur de Israel.
Este festival, pensado como un homenaje a la amistad y la libertad, se convirtió en un escenario de horror, donde 364 personas perdieron la vida, y ahora se erige como un lugar de recuerdo y luto.
Un año después de aquel fatídico día, familiares y amigos de las víctimas se han reunido en el mismo lugar, en la penumbra del amanecer, para rendir homenaje a sus seres queridos.
En el instante en que la última canción, una intensa pieza de trance, sonó hace exactamente un año, los acordes resonaron nuevamente en el aire. A medida que los altavoces guardaban silencio, los sollozos de madres en duelo se entrelazaron con el retumbar de la artillería israelí, que se escuchaba a solo cinco kilómetros de distancia, un recordatorio del conflicto que persiste en esta región.
Rachel Moshe, una madre que perdió a su hijo Oz Ezra, se encuentra en el sitio de la tragedia, frente a un altar en su memoria. Ese día, la celebración se tornó en un campo de batalla cuando los milicianos de #Hamas irrumpieron en el festival usando paracaídas, motos y camiones, desatando un torrente de balas entre la multitud confundida.
La negligencia de los atacantes al no saber que se llevaba a cabo el festival se volvió una trágica ventaja: miles de asistentes, algunos bajo los efectos del alcohol, eran un blanco fácil.
Durante el ataque, además de las víctimas fatales, 40 personas fueron secuestradas y llevadas al otro lado de la frontera, de las cuales 18 aún se encuentran cautivas.
La situación provocó una mezcla de sensaciones en Israel
La situación provocó una mezcla de sensaciones en Israel, donde se celebró la exitosa misión de rescate en junio, que devolvió la libertad a cuatro asistentes al festival, entre ellos Noa Argamani, una mujer que se volvió conocida mundialmente tras ser grabada mientras era secuestrada en una motocicleta.
Entre los asistentes que vinieron a recordar a las víctimas, se encontraba Moti Harlev, quien recordó a su hija Hila Keilin. Hila, madre de cuatro hijos, había cumplido 41 años solo dos días antes de su muerte en el festival. Logró escapar en su coche, pero fue asesinada a 20 kilómetros del evento. Desde entonces, su padre visita el lugar de #conmemoración cada quince días para mantener viva su memoria. "Este lugar es un Holocausto moderno", confiesa Harlev, conteniendo las lágrimas, mientras sus nietos miran las fotos de una madre que nunca podrán abrazar de nuevo.
"Soy hijo de sobrevivientes del Holocausto, y ahora estoy viviendo en el Holocausto del presente".