El gobierno chino rechaza las medidas de Washington y promete responder con firmeza a los aranceles que alcanzan hasta el 245%. La tensión comercial entre ambas potencias continúa escalando.

Imagen relacionada de china advierte que no se dejara intimidar por las amenazas arancelarias de estados unidos

El gobierno de China declaró este jueves que no prestará atención a los "juegos de números arancelarios" que Estados Unidos ha impuesto, en respuesta a los anuncios previos de Washington de aplicar aranceles de hasta el 245% sobre ciertos productos chinos.

La cancillería china emitió un comunicado en el que aseguró que las medidas estadounidenses, las cuales calificó como "aranceles anormalmente elevados", son un simple juego que no tiene relevancia práctica en la economía global.

Desde hace años, la guerra comercial entre ambas naciones ha sido una fuente constante de tensión en los mercados internacionales. La administración estadounidense, bajo el mandato de Donald Trump y continuando con la de Joe Biden, ha utilizado los aranceles como herramienta para presionar a China y buscar reformas en sus políticas comerciales y tecnológicas.

Sin embargo, Pekín ha respondido con medidas similares, elevando los gravámenes sobre productos estadounidenses y aumentando la incertidumbre en la economía mundial.

El Ministerio de Comercio chino acusó a Washington de instrumentalizar los aranceles como un arma de coerción y calificó estas acciones como una forma de intimidación que busca ejercer presión sin justificación económica real.

La cancillería aseguró que "no hay ganadores en una guerra arancelaria o comercial" y afirmó que China no busca confrontarse, pero tampoco permitirá que se le impongan condiciones injustas.

"China responderá con firmeza y decisión ante cualquier intento de intimidación", declaró el portavoz del ministerio.

Para contextualizar, esta escalada en las tensiones comerciales no es nueva. La primera fase de la confrontación comenzó en 2018, cuando Estados Unidos impuso aranceles del 25% sobre productos chinos por valor de miles de millones de dólares, alegando prácticas comerciales desleales y violaciones de propiedad intelectual.

China reaccionó con medidas similares, elevando sus propios aranceles y tomando otras acciones económicas que afectaron la cadena global de suministro.

El pasado 2 de abril, Estados Unidos anunció la imposición de "aranceles recíprocos" que afectaron a varios países, incluyendo a China, en un intento de proteger su economía.

La medida provocó caídas en los mercados bursátiles internacionales y encareció las operaciones de financiamiento. Sin embargo, Washington también decidió mantener ciertos productos tecnológicos chinos libres de aranceles, aunque anunció que en un futuro cercano aplicaría gravámenes específicos sobre semiconductores, un sector estratégico para China.

En respuesta a estas medidas, China ha adoptado una postura de resistencia. Recientemente, anunció la designación de un nuevo representante para las negociaciones comerciales, Li Chenggang, quien sustituirá a Wang Shouwen, un diplomático que participó en las conversaciones durante el primer mandato de Donald Trump.

La elección de un nuevo interlocutor refleja la intención de Pekín de mantener un diálogo firme, pero también de fortalecer su posición en la negociación.

La disputa entre las dos mayores economías del mundo no solo afecta a sus mercados internos, sino que también tiene repercusiones globales. La historia muestra que estas tensiones han generado volatilidad en los precios de las materias primas, afectando a países en desarrollo y a las cadenas de suministro internacionales.

La comunidad internacional observa con preocupación cómo la escalada de aranceles puede traducirse en una desaceleración del crecimiento económico mundial.

A pesar de la confrontación, China ha reiterado su voluntad de diálogo y cooperación, pero dejando claro que no aceptará condiciones que consideren injustas o unilaterales.

La guerra comercial, que ha durado ya varios años, continúa siendo un desafío importante para la estabilidad económica global y para la relación entre ambas naciones, que buscan encontrar un equilibrio que permita la cooperación en áreas estratégicas como la tecnología, el comercio y la inversión.

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