El Gobierno Vasco presenta un plan para fortalecer el cultivo de patata de siembra en Araba, con una inversión de 6,78 millones de euros en 2025-2026, buscando aumentar la superficie cultivada, mejorar la calidad y fomentar la sostenibilidad en el sector agrícola vasco.

El Gobierno Vasco, a través del Departamento de Alimentación, Desarrollo Rural, Agricultura y Pesca, ha lanzado una iniciativa para revitalizar el cultivo de patata de siembra en la provincia de Araba, considerando esta actividad como un pilar estratégico en la cadena agroalimentaria vasca.
La propuesta, que cuenta con una inversión inicial de 6,78 millones de euros para el período 2025-2026, busca recuperar una tradición agrícola que, aunque histórica, ha visto disminuir significativamente su presencia en las últimas décadas.
La historia del cultivo de patata en Euskadi está profundamente arraigada en las tierras de Araba, donde en los años 80 se dedicaban más de 5.600 hectáreas a esta actividad. Sin embargo, en los últimos 30 años, la superficie se ha reducido drásticamente hasta las aproximadamente 440 hectáreas en 2024, con una producción de cerca de 7.000 toneladas. A pesar de este declive en magnitud, la calidad de la patata alavesa ha continuado mejorando, debido a esfuerzos en innovación y selección genética.
El plan presentado por la Consejera Amaia Barredo apunta a aumentar las hectáreas cultivadas en la región en un 50% en un plazo de cinco años, con objetivos claros de promover nuevas explotaciones, ofrecer acompañamiento técnico y mejorar las prácticas agrícolas.
La estrategia también busca fortalecer la cadena de valor, incentivando la colaboración entre agricultores, cooperativas, centros tecnológicos como NEIKER y las administraciones públicas, con un enfoque en una producción más eficiente, sostenible y competitiva.
En términos históricos, Araba fue uno de los mayores productores de patata en el País Vasco, autoabasteciéndose en un 60% durante la década de 1990.
Hoy en día, la producción interna cubre solo un 6% de la demanda, siendo los multiplicadores de patata base importada desde países como los Países Bajos, Francia y Alemania los principales actores en la cadena de suministro.
Esto ha generado una dependencia de material vegetal extranjero y dificultades en la implementación de variedades adaptadas a las condiciones locales.
Para contrarrestar estos retos, el plan incluye la promoción de variedades genéticamente desarrolladas, como la 'Edurne', creada por NEIKER en colaboración con UDAPA, que presenta una piel fina y carne amarilla, apta tanto para freír como para cocer.
Esta variedad, aún en fases iniciales de multiplicación, ya muestra resultados prometedores en la adaptación al clima alavés, con una producción en la última campaña de aproximadamente 34.500 kilos.
El impulso a la patata de siembra está respaldado también por una estructura cooperativa consolidada en Euskadi, con empresas y entidades que están dispuestas a realizar inversiones y modernizar procesos para incrementar la calidad y el valor añadido del producto.
Además, la tendencia internacional favorece el aumento de la demanda de semilla certificada, producida bajo criterios de sostenibilidad y trazabilidad, lo que facilitará la apertura de nuevos mercados.
Desde un punto de vista económico y social, la recuperación del sector puede tener un impacto positivo considerable: generar empleo rural, impulsar la creación de valor en origen y promover una economía agrícola más resiliente y autosuficiente.
La estrategia también busca atraer a jóvenes y profesionales tecnificados, asegurando la continuidad generacional y la innovación en la producción.
El proyecto se enmarca dentro de las políticas de desarrollo rural y protección del medio ambiente del País Vasco, alineándose con la Estrategia Vasca de Relevo Generacional y las metas de sostenibilidad agrícola.
La expectativa es que, en 2029, la superficie cultivada de patata de siembra en Araba alcance las 8.200 hectáreas, casi duplicando el impacto económico actual y consolidando su papel en la seguridad alimentaria y el desarrollo económico del territorio.
En conclusión, esta iniciativa representa una apuesta a largo plazo por un sector agrícola que combina tradición, innovación y sostenibilidad, con miras a fortalecer la economía local, mejorar las condiciones de vida en el medio rural y promover una agricultura más autónoma y competitiva en Euskal Herria.