La cadena de tiendas Target ha reducido considerablemente sus pronósticos de ventas anuales, enfrentándose a un escenario económico complicado marcado por la inflación, los aranceles comerciales y movimientos de boicot que afectan la confianza del consumidor en Estados Unidos.

En los últimos meses, Target ha experimentado una notable caída en sus ventas, lo que ha llevado a la compañía a reducir sus expectativas de crecimiento para el año en curso.
La firma anunció que prevé una disminución en sus ventas anuales de alrededor del 2% al 4%, una cifra que contrasta con las previsiones iniciales de crecimiento moderado.
Esta situación refleja las dificultades que enfrentan los minoristas en un contexto de alta inflación, aranceles comerciales y un creciente descontento social.
Desde hace varios años, Estados Unidos ha estado en medio de una guerra comercial que ha elevado los costos de importación de diversos productos, en especial aquellos provenientes de China.
Los aranceles impuestos por el gobierno estadounidense han incrementado los precios de bienes como ropa, electrónica y artículos para el hogar, afectando directamente a los consumidores y a las empresas minoristas.
En 2018, durante la administración del expresidente Donald Trump, se establecieron tarifas que afectaron aproximadamente al 25% de las importaciones chinas, y aunque algunos aranceles se han reducido, muchos aún permanecen en vigor, generando un aumento en los costos de producción y distribución.
Históricamente, las tarifas comerciales han tenido un impacto profundo en la economía estadounidense. La conflictiva relación con China, que comenzó en 2018, provocó una serie de ajustes en las cadenas de suministro globales y generó incertidumbre en los mercados.
La inflación, que ha alcanzado niveles que no se veían desde hace varias décadas, ha erosionado el poder adquisitivo de los consumidores, quienes ahora limitan sus gastos a productos considerados imprescindibles.
En este escenario, Target, que tradicionalmente ha dependido en gran medida de productos importados, especialmente de China, ha visto cómo sus ventas se desploman.
Datos recientes muestran que sus ventas comparables en el primer trimestre cayeron un 3,8%, mucho más de lo esperado por los analistas, que pronosticaban una caída cercana al 1,1%.
La compañía también reportó ganancias ajustadas por acción de 1,30 euros, en contraste con las estimaciones de 1,61 euros.
Este declive en las ventas ha sido atribuido, en parte, a los movimientos sociales y políticos en torno a las políticas de diversidad, equidad e inclusión (DEI) que la empresa implementó en años anteriores pero que decidió revertir en enero pasado.
La decisión generó críticas y boicots, especialmente por parte de líderes religiosos y activistas que consideran que estas políticas ayudaron a atraer a una base de consumidores más joven y diversa.
A nivel estratégico, Target ha estado ajustando su cadena de suministro, intentando reducir su dependencia de China, que en 2017 representaba aproximadamente el 60% de sus productos importados.
Actualmente, la compañía busca disminuir esa cifra a menos del 25%, mediante la expansión de sourcing en otros países asiáticos y Estados Unidos. Sin embargo, los aranceles todavía representan un obstáculo importante, ya que la tarifa del 30% sobre importaciones chinas sigue afectando sus márgenes de ganancia.
Mientras tanto, Walmart, su principal competidor, mantiene sus previsiones de ventas anuales, aunque también ha indicado que podría verse obligado a trasladar parte de los costos adicionales a los consumidores.
El presidente Donald Trump, en su momento, criticó duramente a Walmart, diciendo que debería “comer los aranceles” en lugar de subir los precios, lo que refleja la presión política y social sobre las grandes cadenas de retail.
En conclusión, la combinación de aranceles, inflación y movimientos de boicot ha puesto en jaque a Target, que ahora debe encontrar un equilibrio entre mantener su competitividad y gestionar los costos adicionales.
La situación refleja los desafíos que enfrentan actualmente las cadenas de tiendas en Estados Unidos, en un contexto de incertidumbre económica y tensiones comerciales internacionales, que podrían persistir en los próximos años y seguir afectando a los consumidores y al sector retail en general.