Una mujer en Michigan perdió 15,000 euros tras ser engañada por estafadores que la convencieron de usar un cajero de bitcoin para 'proteger' su dinero, en una serie de engaños que se repiten en todo el mundo.

Una historia que refleja el creciente peligro de las estafas relacionadas con las criptomonedas ocurrió en Michigan, donde Stacy Hazinski, una mujer de 51 años, fue víctima de un engaño que le costó aproximadamente 15,000 euros.

Todo comenzó con un mensaje de texto que afirmaba que su cuenta de Apple Pay estaba a punto de ser cobrada por un monto desconocido, lo que la llevó a realizar una llamada a un número que parecía oficial.

Durante la llamada, un supuesto representante de Apple se presentó como un empleado de soporte técnico y le explicó que había una forma de proteger su dinero mediante la transferencia a un cajero de bitcoin, una modalidad que muchos desconocen y que se ha convertido en un método frecuente para que los delincuentes puedan defraudar a las víctimas.

Este tipo de estafa no es nueva, pero ha ido en aumento en los últimos años. Desde 2020, las pérdidas reportadas a nivel mundial por fraudes en cajeros de criptomonedas se han multiplicado por más de diez, alcanzando en 2023 aproximadamente 135 millones de euros en pérdidas solo en Estados Unidos, según datos de la Comisión Federal de Comercio (FTC).

La tendencia indica que los delincuentes están perfeccionando sus técnicas y que las víctimas, generalmente personas mayores, son las más vulnerables.

El modus operandi de los estafadores suele ser llamar y hacerse pasar por empleados de instituciones financieras, empresas tecnológicas o incluso autoridades, y persuadir a las víctimas de que deben retirar grandes sumas de dinero y depositarlas en cajeros de criptomonedas para “protegerse” de supuestos fraudes o hackeos.

En el caso de Stacy, tras recibir la llamada, fue convencida de acudir a una sucursal de su cooperativa de crédito para retirar inicialmente 12.500 euros. Los delincuentes le indicaron que debía guardar ese dinero en un sobre y no decirle a nadie la razón de su retiro. Luego, le pidieron que regresara a otra sucursal para retirar otros 5,000 euros en efectivo. La mujer, nerviosa y sin sospechar, hizo todo lo que le indicaron.

Finalmente, la estafa culminó en un cajero de bitcoin, específicamente en una máquina operada por una compañía llamada Bitcoin Depot, ubicada en una tienda de conveniencia.

La víctima fue guiada por los estafadores a través del teléfono, quienes le enviaron un código QR que ella escaneó, sin saber que en realidad ese código dirigía todos los fondos a la cuenta de los criminales.

Es importante destacar que estas máquinas de bitcoin no siempre cuentan con advertencias visibles y que, en muchos casos, no poseen controles adecuados, lo que facilita que los delincuentes puedan operar sin ser detectados.

Las autoridades advierten que una vez que el dinero entra en una wallet controlada por los estafadores, es casi imposible recuperarlo, y que estos fraudes suelen ir acompañados de amenazas, intimidaciones o promesas de devolución que nunca se concretan.

La historia de Stacy no es aislada. En 2024, las pérdidas por fraudes en cajeros de criptomonedas en EE.UU. superaron los 1,2 mil millones de euros, con un aumento alarmante en los casos reportados en comparación con años anteriores. Las personas mayores de 60 años son las más afectadas, ya que representan más del 35% de las víctimas, según datos de la FTC.

Las autoridades y organizaciones de protección al consumidor recomiendan tener extremo cuidado con llamadas no solicitadas, desconfiar de las solicitudes de transferencias de dinero y evitar depositar fondos en cajeros de criptomonedas sin verificar la legitimidad del establecimiento.

Además, sugieren que, en caso de duda, se comunique directamente con las instituciones financieras y se consulte con expertos antes de realizar cualquier operación de este tipo.

Por su parte, empresas como Bitcoin Depot aseguran que trabajan en mejorar la seguridad de sus máquinas y en ofrecer advertencias claras para prevenir fraudes.

Sin embargo, la realidad muestra que la conciencia y la protección de los usuarios aún tienen mucho camino por recorrer. La historia de Stacy es un recordatorio de que en el mundo digital, la precaución nunca está de más, y que siempre hay que verificar antes de actuar para no caer en las trampas de los delincuentes.