La trayectoria del arquero argentino Marcelo Barovero, desde sus inicios en Porteña hasta su etapa en River Plate y su experiencia en el extranjero, revela una historia de esfuerzo, talento y amor por el fútbol. Además, sus decisiones tras retirarse muestran su deseo de seguir ligado al deporte en nuevas facetas.

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Pero Marcelo Barovero, conocido como 'Trapito', soñaba con mucho más. Aunque su ingreso al club no fue por el camino esperado, esa rutina matinal fue el primer reflejo de la determinación que lo llevaría a convertirse en uno de los arqueros más destacados del fútbol argentino.

Era el año 1998 cuando con apenas 14 años, su padre, un verdulero, lo llevó en su camión a Rafaela, en una época en la que las oportunidades para los jóvenes talentos no estaban tan estructuradas como hoy.

La historia de Barovero se empezó a escribir en un contexto donde pocos tenían la chance de destacarse sin conexiones o esquemas establecidos. En su memoria, recuerda aquel día en que un ojeador gritó: «Que venga el padre del arquero», y allí comenzó su aventura en el mundo del fútbol profesional.

Criado entre cajones de frutas y con una pelota siempre cerca, Marcelo fue el único de su familia que decidió dejar el pueblo. Sus hermanos continúan con el minimercado familiar, mientras él viajaba por Argentina y el extranjero defendiendo arcos en clubes como River Plate, Huracán y Vélez Sarsfield, además de hacer etapas en España y México.

El #arquero se retiró en 2022 tras breves pasos por clubes de menor proyección, pero dejando un legado imborrable.

Su carrera inició bajo la ayuda y consejo de históricos del arco, como Ángel Comizzo, quien le aconsejó fortalecer su físico. Desde entonces, su estilo estuvo marcado por una calma impresionante y una gran capacidad para responder en los momentos decisivos. La influencia de ídolos como José Luis Chilavert, Óscar Córdoba y más aún, Íker Casillas, quien lo impresionó con su sobriedad y habilidades, marcaron su formación.

El momento cumbre de su carrera fue en 2014, en un clásico contra Boca Juniors por la Copa Sudamericana, donde atajó un penal a Emmanuel Gigliotti.

Aquella atajada no solo significó un triunfo para River, sino que también fue un punto de inflexión para la historia del club, que desde entonces se consolidó como uno de los grandes del continente con múltiples títulos internacionales.

A lo largo de sus años en River, Barovero vivió noches de gloria, pero también episodios difíciles, como la noche en que un enfrentamiento en la Copa Libertadores fue interrumpido por un acto violento con gas pimienta en La Bombonera.

Aquella noche dejó heridas abiertas en el #fútbol argentino y evidenció los riesgos y la pasión desbordada que rodea al deporte en el país

Aquella noche dejó heridas abiertas en el fútbol argentino y evidenció los riesgos y la pasión desbordada que rodea al deporte en el país.

Tras su salida del club, Marcelo se refugió en expatriarse en México, donde se sintió en casa por seis años, disfrutando del crecimiento personal y familiar.

En ese período, construyó una vida lejos de las cámaras, logrando un equilibrio entre su pasión por el fútbol y la tranquilidad familiar. Actualmente, de regreso en Argentina, ha abierto una academia de arqueros en Pilar, dedicándose a formar nuevas generaciones y transmitir su experiencia.

Su decisión de dejar la actividad profesional se debió a su deseo de priorizar su vida familiar y mantener un equilibrio que le permitiera crecer en otros aspectos.

Aunque en el pasado se le cuestionó por la intensidad con la que enfrentaba la presión, él aseguró que adaptarse y mantener la motivación fue fundamental en su carrera.

La historia de #Marcelo Barovero no solo es la de un arquero que defendió muchos goles, sino también la de un deportista que supo afrontar desafíos, permanecer sencillo y seguir conectado con su pasión.