La boxeadora argentina Carla Merino enfrenta su primera pelea en el exterior por un título mundial, tras años de esfuerzo y sacrificio, con la esperanza de convertirse en una de las pocas argentinas en conquistar un campeonato ecuménico en la división supermosca.

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Para Carla Merino, la oportunidad de luchar por un campeonato mundial en el boxeo representa el culmen de años de dedicación, esfuerzo y perseverancia.

Desde que empezó en el deporte, a los 13 años en su ciudad natal de Río Cuarto, esta pugilista argentina buscó alcanzar metas importantes. Su camino no fue sencillo, estuvo marcado por sacrificios, dificultades y también por momentos de duda. Sin embargo, su pasión por el ring y su empeño la llevaron a convertirse en una figura destacada en el ámbito del boxeo sudamericano y, ahora, internacional.

Merino, que nació en Buenos Aires y se trasladó a Río Cuarto a los ocho años junto a su padre, fue campeona argentina y sudamericana en la categoría supermosca, y también ostentó el título silver del Consejo Mundial de Boxeo (CMB).

Durante años, ocupó los primeros puestos en los rankings de diferentes organismos internacionales, acumulando un récord impresionante: en los últimos cuatro años, encadenó 13 victorias consecutivas, enfrentándose y venciendo a rivales con mucha experiencia y talento en la categoría.

A pesar de su éxito local y regional, la campeona argentina nunca perdió de vista su sueño más grande: conquistar un título mundial. La oportunidad llegó cuando fue declarada retadora obligatoria en la división supermosca, un puesto que la posiciona como la próxima en desafiar a la campeona invicta Mizuki Hiruta, una japonesa de 29 años que trabaja y reside en Tokio, y que cuenta con un récord perfecto de siete victorias en el profesionalismo, incluyendo dos combates ganados antes del límite.

La pelea, que se realizará en el Commerce Casino & Hotel en Los Ángeles, California, y que solo podrá seguirse a través de UFC Fight Pass, constituye para Merino un paso decisivo en su carrera.

La joven de 25 años tuvo que superar un obstáculo importante antes de subir al ring: su propio miedo a volar en avión. En los últimos días, viajó desde Buenos Aires a Los Ángeles, un trayecto que duró aproximadamente 14 horas con escala en Houston, acompañado de su entrenador Alejandro Aguirre y su promotor Mario Arano.

Este esfuerzo logístico y emocional refleja la magnitud de la contienda que enfrentará a dos rivales de estilos y perfiles muy diferentes.

Mizuki Hiruta, originaria de Okayama, Japón, se presenta como una adversaria difícil. Alta, zurda y con un físico impecable, Hiruta ha defendido con éxito su título en tres ocasiones desde que lo ganó en diciembre de 2022 derrotando a Kanako Taniyama en Tokio.

En su última pelea en Estados Unidos, venció por decisión técnica a la mexicana Maribel Ramírez, en un escenario que también será escenario de la pugna contra Merino.

La argentina sabe que su estrategia deberá ser inteligente y fría para superar a una oponente que pelea con rapidez y precisión.

El camino de Carla en el deporte no fue solo de éxito. Abandonó el colegio secundario para dedicarse por completo al pugilismo, una decisión que hoy, en retrospectiva, reconoce como un error, pero que en su momento fue la clave para alcanzar sus metas.

Como amateur, debutó a los 14 años y desde entonces no dejó de progresar. En 2019, con 19 años, hizo su debut profesional y, aunque en sus primeros combates perdió dos de cinco, en los últimos años recuperó el rumbo y logró ganar combates decisivos, entre ellos frente a excampeonas mundiales y atletas con gran experiencia.

Además de su ambición personal, Merino quiere dejar huella en el deporte argentino, que actualmente cuenta con solo dos campeonas mundiales activas en la categoría, Evelin Bermúdez y Sol Cudos.

Su aspiración es unirse a un grupo selecto de argentinas que lograron coronarse en el máximo nivel del boxeo ecuménico. En su categoría, otras campeonas son Carolina Duer, Clara Lescurat, Jorgelina Guanini, Carolina Gutiérrez, Daniela Bermúdez, Débora Rengifo y Micaela Luján, quienes marcaron un camino de referencia para futuras generaciones.

Petrolizando su impulso, Merino afirma que, aunque la pelea será difícil, no se rinde. Sus palabras son un reflejo de la mentalidad que la ha caracterizado: “Sé que está complicado, pero también sé que puedo ganar. Solo tengo que pelear con inteligencia y enfocarme en dar lo mejor, sin importar los obstáculos. La preparación fue dura, pero valió la pena, y ahora solo queda disfrutar del momento y dejarlo todo en el ring”.

Con un futuro que parece cada vez más prometedor, Carla Merino se acerca a una cita que puede marcar un antes y un después en su carrera y en la historia del deporte en Argentina.

Una victoria sería un símbolo de lucha y perseverancia, y sería la recompensa a años de duros entrenamientos, sacrificios y sueños por cumplir.