La historia de Franco Colapinto, un talento argentino que a los 14 años dejó su país para perseguir su sueño en Europa, enfrentando desafíos económicos y personales, y que hoy escala en las categorías de automovilismo hasta llegar a la Fórmula 1.

Su historia comienza en una familia que, pese a las dificultades económicas, siempre creyó en su talento y apoyo en su pasión por los autos. La decisión de dejar Argentina para perseguir sus sueños implicó abandonar la comodidad de su hogar y enfrentarse a la incertidumbre de vivir solo en un país extranjero, sin mucho dinero y sin redes de apoyo inmediatas.
Franco se fue a Italia, donde comenzó a correr en karting en la región de Brescia, cerca del lago de Garda, después de que Giovanni Tinini, dueño del equipo italiano CRG, lo notara en una competencia en Estados Unidos y le ofreciera un lugar en su equipo.
La oferta incluía alojamiento en la planta superior del taller, una oportunidad que Franco aceptó con la esperanza de avanzar en su carrera.
A lo largo de los años, el joven piloto supo sobreponerse a innumerables obstáculos. Desde la gastronomía sencilla y costosa de su dieta—que en sus inicios incluía cocinar arroz en una pava eléctrica para resistir los presupuestos ajustados—hasta la soledad de estar lejos de su familia, enfrentando días largos en el taller y en las pistas, sin un manager que lo acompañara.
La historia de su lucha refleja la dificultad de los jóvenes talentos que emigran en busca de oportunidades, algo muy común en el automovilismo, donde los costos de participación en categorías superiores alcanzan cifras exorbitantes.
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000 euros en etapas iniciales hasta millones de euros en categorías como la Fórmula 2 y la Fórmula 1
En cifras de referencia, las inversiones para avanzar en el deporte motor europeo pueden variar desde unos 45.000 euros en etapas iniciales hasta millones de euros en categorías como la Fórmula 2 y la Fórmula 1. La historia de Franco muestra a una familia que vendió una casa para financiar su paso por categorías como la Fórmula Renault Eurocup y posteriormente la Fórmula 3, en la que brilló durante dos temporadas antes de dar el salto a la Fórmula 2.
La inversión total en su carrera, incluyendo gastos en transporte, mecánicos y entrenamiento, superó con creces los 50.000 euros en sus etapas iniciales, pero con un objetivo claro: llegar a la máxima categoría del automovilismo.
Su inspiración y respaldo familiar fueron fundamentales. Su padre, Aníbal, recuerda con orgullo y emoción aquella despedida en Italia, en la que Franco le confesó que si quería lograrlo, debía mantenerse en Europa.
La confianza y el amor que le brindaron se reflejan en cada paso que dio en su carrera. La fe en su talento y en la dureza de la vida en las pistas lo llevaron a sobresalir en categorías como la Fórmula 3 y la Fórmula 2. En 2024, fue convocado por Williams para realizar tests y participar en actividades oficiales, un paso decisivo en su camino hacia la Fórmula 1, la categoría reina del automovilismo.
Hoy, Franco Colapinto no solo es un símbolo de perseverancia para los jóvenes deportistas de Argentina y América Latina, sino también una inspiración para quienes sueñan con alcanzar sus metas a pesar de los obstáculos.
Su historia demuestra que con esfuerzo, sacrificio y fe en uno mismo, es posible convertir una pasión en una carrera internacional y, finalmente, en un asiento en la competencia más grande del mundo.