China y Estados Unidos alcanzan un acuerdo para reducir temporalmente sus aranceles comerciales, marcando un paso importante en la relación económica entre ambas naciones. Los intercambios comerciales en marzo alcanzaron niveles récord, con una significativa caída en las importaciones chinas, que llegaron a su nivel más bajo en cinco años. El acuerdo, que tendrá una duración de 90 días, contempla una reducción de los aranceles para facilitar el comercio bilateral y aliviar tensiones comerciales que han persistido durante años.
En un movimiento que ha sido considerado como un paso crucial hacia la distensión de las tensiones comerciales, China y Estados Unidos han acordado reducir temporalmente sus aranceles en un intento de reactivar el comercio bilateral.
Este acuerdo, que se extenderá por un período de 90 días, fue alcanzado tras reuniones cara a cara entre altos funcionarios económicos de ambas naciones.
La noticia ha generado expectativas de una posible mejora en las relaciones comerciales y una mayor estabilidad en los mercados internacionales.
Históricamente, la relación económica entre China y EE. UU. ha estado marcada por conflictos y negociaciones tensas. Desde la llegada de Donald Trump a la presidencia en 2017, se impusieron aranceles en varias categorías de productos, buscando proteger a la industria estadounidense pero generando una guerra comercial que afectó a empresas y consumidores en ambos países.
Los aranceles alcanzaron picos del 25% en algunos productos chinos y del 20% en bienes estadounidenses, provocando una caída significativa en el comercio bilateral.
Durante el mes de marzo de 2025, las importaciones chinas hacia EE. UU. cayeron a niveles mínimos en cinco años, con cifras que rondaron los 23.5 mil millones de euros, lo que representa una disminución del 5% respecto a marzo de 2024. Este descenso se atribuye a las políticas arancelarias restrictivas y a las tensiones políticas en aumento. Sin embargo, a pesar de esta caída, las importaciones totales a EE. UU. alcanzaron un récord mensual de aproximadamente 337 mil millones de euros en marzo, superando en más de 20 mil millones de euros la cifra de enero pasado, lo que indica un aumento del 37% en comparación con marzo del año anterior.
El acuerdo, que fue anunciado por los presidentes de ambos países, busca aliviar las tarifas que afectan a una amplia gama de productos. EE. UU. reducirá sus aranceles sobre las importaciones chinas desde un 145% hasta un 30%, mientras que China disminuirá sus derechos de importación sobre productos estadounidenses del 125% al 10%.
Este movimiento ha sido calificado como un "reinicio completo" en las relaciones comerciales, y algunos analistas consideran que puede ser el primer paso hacia una negociación más profunda que podría durar meses o incluso años.
El impacto de estos cambios se reflejará en diversos sectores. China es uno de los principales proveedores de juguetes en EE. UU., representando el 74% del total, además de suministrar el 40% de calzado y accesorios, y una cuarta parte de electrónicos y ropa. La reducción de aranceles podría disminuir los costos para los importadores estadounidenses y, en consecuencia, para los consumidores.
Por otro lado, las importaciones desde la Unión Europea también experimentaron un aumento significativo en marzo, llegando a casi 82 mil millones de euros, lo que supone un incremento del 65% en comparación con el mismo mes del año anterior.
La UE, que enfrenta tarifas del 25% en acero, aluminio y automóviles, así como un 10% en otros productos, ha sido una de las principales beneficiadas por la reducción temporal de aranceles.
La expectativa es que, si la tensión con EE. UU. disminuye, las relaciones comerciales puedan mejorar aún más, beneficiando a empresas y consumidores en ambos lados del Atlántico.
Expertos en comercio internacional han destacado que, aunque la reducción de aranceles es un avance, la verdadera prueba será la implementación y la duración del acuerdo.
La comunidad empresarial espera que esta iniciativa marque el comienzo de una era de mayor cooperación y estabilidad en el comercio global, en medio de un contexto económico cada vez más interconectado y competitivo.
Además, algunos analistas advierten que, si bien la medida es positiva, aún existen desafíos pendientes, como la resolución de disputas comerciales y la adaptación a nuevas políticas económicas que puedan surgir en ambos países en el futuro cercano.
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