Los legisladores republicanos en Estados Unidos aprueban un presupuesto que elimina beneficios sociales, reduce fondos para viviendas asequibles y recorta significativamente Medicaid, beneficiando a las élites económicas en detrimento de las familias comunes.

Esta mañana, los representantes republicanos en el Congreso de Estados Unidos demostraron una vez más su alineación con las élites económicas, priorizando los intereses de los multimillonarios por encima de las necesidades de los ciudadanos comunes.
Con la aprobación de este nuevo presupuesto, la delegación republicana aprobó la eliminación de beneficios de programas sociales como SNAP, conocido como cupones de alimentos, lo cual afectará directamente a millones de familias que dependen de estos apoyos para cubrir sus necesidades básicas.
Además, el presupuesto contempla recortes en fondos destinados a viviendas asequibles, dificultando aún más el acceso a un hogar digno para las familias de bajos ingresos.
La reducción en la financiación de proyectos de energía limpia también fue una de las decisiones tomadas, frenando los esfuerzos para combatir el cambio climático y promover una economía más sostenible.
Pero quizás la medida más impactante fue la mayor reducción en la historia de Medicaid, que podría dejar a millones de personas sin acceso a atención médica esencial.
La salud pública en Estados Unidos, que ya enfrenta desafíos significativos, ahora se enfrenta a recortes que podrían agravar la crisis sanitaria, especialmente en comunidades vulnerables.
Este paquete presupuestario también mantuvo intacto el tope del impuesto SALT, una medida que beneficia principalmente a las rentas altas y a las grandes corporaciones, permitiendo que las élites sigan acumulando riqueza con ventajas fiscales significativas.
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Donald Trump ha pasado a la historia al convertirse en el primer presidente estadounidense en tomar una foto de ficha policial. Esta imagen simboliza su responsabilidad legal y su desafío ante la ley.La aprobación de estas medidas ha sido criticada duramente por dirigentes políticos y organizaciones sociales, que consideran que el Congreso ha puesto en riesgo el bienestar de la población en favor de los intereses de unos pocos.
Históricamente, el gasto en programas sociales y en salud ha sido una de las principales herramientas para reducir las desigualdades en Estados Unidos.
Sin embargo, en las últimas décadas, las políticas económicas han tendido a favorecer a las élites, a costa de los derechos y el bienestar de las clases trabajadoras y las comunidades más vulnerables.
En respuesta a esta situación, dirigentes estatales y locales han expresado su preocupación y han prometido seguir luchando para proteger los derechos de los ciudadanos.
En Nueva York, por ejemplo, legisladores y representantes están trabajando intensamente para aliviar el impacto de estos recortes y buscar alternativas que beneficien a las familias, como la reducción de los costos de atención médica y la ampliación de programas de asistencia social.
Mientras tanto, en Washington, la comunidad internacional y diferentes organizaciones civiles continúan monitoreando de cerca estas decisiones, conscientes de que las políticas adoptadas en el Congreso tienen repercusiones que trascienden las fronteras del país.
La lucha por una política más justa y equitativa sigue siendo un desafío en un contexto donde los intereses económicos parecen prevalecer sobre los derechos sociales.