La gobernadora Kathy Hochul visita el territorio de los Seneca para ofrecer una disculpa oficial por los abusos cometidos en la Thomas Indian School, reconociendo décadas de trauma y prometiendo un camino hacia la reparación y la justicia.

En un acto que busca reparar una herida abierta en la historia de los pueblos indígenas en Estados Unidos, la gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul, realizó hoy una visita al territorio de los Seneca en Cattaraugus para ofrecer una disculpa formal por el papel que jugó el Estado en la operación de la tristemente célebre Thomas Indian School.
Este acto representa un compromiso tanto simbólico como práctico con la memoria y la justicia para las víctimas de una institución que durante más de un siglo fue escenario de abusos y opresión.
La visita de Hochul ocurrió en un momento de creciente reconocimiento en todo el país sobre los abusos sufridos por las comunidades indígenas en internados y escuelas residenciales.
La Thomas Indian School, fundada en 1855 con el objetivo de acoger a niños huérfanos y en situación de pobreza, se convirtió en un símbolo de la represión cultural y el exterminio de las tradiciones indígenas.
Desde su apertura, más de 2,500 niños pasaron por sus puertas, provenientes no solo de la Nación Seneca, sino de diversos grupos indígenas en los Estados Unidos.
A lo largo de su historia, la institución dejó una huella imborrable en las generaciones afectadas. Los testimonios de supervivientes revelan que, lejos de ser un refugio, la escuela fue un lugar de sufrimiento, donde los niños fueron separados de sus familias, despojados de su identidad, su idioma y sus tradiciones culturales.
Muchos relataron casos de abusos físicos, emocionales y sexuales, en un contexto de opresión sistemática que duró más de un siglo. La historia revela que en 75 años estuvo bajo control estatal, lo que refleja la complicidad de las autoridades en estos actos atroces.
El impacto de estos hechos va más allá del pasado, generando heridas que perduran en las familias y en las comunidades. La trauma generacional, una consecuencia de estas experiencias, sigue afectando a los descendientes de quienes vivieron en la escuela, quienes luchan por mantener viva su cultura y recuperar su dignidad.
Durante su discurso, Hochul destacó la valentía de quienes compartieron sus historias, reconociendo el valor de abrir esas heridas para poder sanarlas.
La gobernadora enfatizó la importancia de que las instituciones educativas enseñen la historia real de los pueblos originarios, incluyendo los abusos cometidos y las contribuciones culturales de los indígenas, para evitar que hechos similares se repitan.
Además, anunció que su administración incluirá en los planes de estudio de las escuelas públicas en todo el estado contenidos específicos sobre las naciones indígenas, sus historias y su legado.
Este paso es fundamental para promover una comprensión más profunda y respetuosa sobre la tierra en la que todos habitan.
Hochul también hizo un llamado a la reparación y a la reconciliación, comprometiéndose a reconocer públicamente el papel del Estado en estos crímenes y a promover acciones concretas para la restitución cultural y espiritual de las comunidades afectadas.
Entre esas acciones se encuentran la devolución de objetos culturales y el apoyo a ceremonias tradicionales que han sido marginadas durante décadas.
En un acto de justicia simbólica, la gobernadora entregó a President J. Conrad Seneca una proclamación oficial en nombre del Estado de Nueva York, donde se reconoce el daño causado y se expresa un compromiso firme con la verdad y la reparación.
Este acto no solo simboliza un reconocimiento histórico, sino que también marca un paso importante hacia la sanación y la reconciliación en un país que aún enfrenta las secuelas de su pasado colonial y de asimilación forzada.
La historia de la Thomas Indian School es un recordatorio doloroso de los abusos cometidos en nombre de la civilización, pero también una llamada a la justicia y a la preservación de la identidad indígena para las futuras generaciones.
La visita de Hochul, aunque tardía, es un paso en la dirección correcta para cerrar esas heridas y abrir un camino hacia un futuro más respetuoso y equitativo para todos los pueblos originarios.