La decisión de Uber de exigir a sus empleados trabajar tres días en la oficina ha provocado protestas y debates internos, mientras la compañía busca mantener su rendimiento en plena transformación digital y competencia global.

La empresa de transporte Uber ha puesto sobre la mesa una nueva política laboral que ha generado un fuerte debate entre sus empleados. La compañía, que en los últimos años se convirtió en un ejemplo del trabajo flexible y remoto, ha decidido incrementar la presencia en las oficinas a tres días por semana, dejando atrás la modalidad de dos días que permitía anteriormente.
Esta decisión se anunció en una reunión general con el CEO Dara Khosrowshahi, quien tuvo que enfrentarse a las críticas y preguntas de un personal que no vio con buenos ojos la medida.
Uber, fundada en 2009 en San Francisco, revolucionó la industria del transporte y también la forma en la que muchas empresas entienden el trabajo a distancia.
Durante la pandemia de COVID-19, la mayoría de las compañías tecnológicas y startups optaron por modelos híbridos o totalmente remotos, apostando por la flexibilidad como clave para atraer talento y mantener la productividad.
Sin embargo, en los últimos meses, algunas empresas, incluyendo Uber, han comenzado a revertir esas políticas en busca de mayor colaboración y cultura corporativa.
El cambio de política en Uber fue presentado como una necesidad para potenciar el aprendizaje y la innovación dentro de la organización. Khosrowshahi afirmó que la decisión fue tomada pensando en el impacto en la empresa y en la eficiencia del equipo, aunque reconoció que no sería popular entre todos los empleados.
En su discurso, el CEO mencionó que si los empleados valoran un permiso sabático o el trabajo remoto, podrían reconsiderar sus prioridades ante este cambio.
Durante la reunión, los empleados expresaron su descontento a través de los canales internos, particularmente en el foro Sildo, donde manifestaron su frustración y realizaron varias preguntas.
Algunos temen que esta medida sea un paso hacia una mayor presión para reducir costos, aunque Khosrowshahi negó que la política tenga motivaciones económicas o que esté vinculada a despidos masivos.
El CEO dejó claro que Uber, que en 2021 reportó ingresos por aproximadamente 85.000 millones de euros, busca mantener su liderazgo en la industria mediante una cultura de alto rendimiento. En los últimos años, la compañía ha invertido en tecnologías de inteligencia artificial y en la expansión internacional, con un enfoque en mercados emergentes en Europa y Asia.
La recuperación tras la pandemia ha sido lenta, pero Uber apuesta por fortalecer su equipo y su presencia física en las oficinas para afrontar los desafíos futuros.
No es la primera vez que Uber enfrenta resistencias internas por cambios en su política laboral. La compañía, que en 2018 enfrentó protestas y demandas por la clasificación de sus conductores, ha tenido que equilibrar innovación y satisfacción laboral.
La tendencia en el sector tecnológico también refleja una tendencia global hacia la recuperación de la presencialidad en las oficinas, tras años de trabajo remoto.
Sin embargo, expertos advierten que este tipo de decisiones puede afectar la moral y la retención del talento si no se manejan con sensibilidad.
En definitiva, Uber se encuentra en un momento clave de su evolución, tratando de combinar la agilidad de una startup con las exigencias de un gigante mundial.
La controversia generada por esta nueva política laboral será sin duda un tema a seguir en los próximos meses, en un contexto donde la competencia en movilidad y tecnología no deja de crecer.
La compañía busca, al parecer, fortalecer su cultura interna para seguir siendo competitiva en un mercado cada vez más globalizado y digitalizado.