Investigadores revelan que el Tyrannosaurus rex podría haber sido un 70% más pesado de lo que se pensaba anteriormente, desafiando nuestras nociones sobre el tamaño de los dinosaurios.

Un estudio reciente, nacido durante los días de confinamiento por la COVID-19, está revolucionando nuestra comprensión acerca del tamaño de los dinosaurios, en particular del famoso Tyrannosaurus rex.

Coautorado por Jordan Mallon, un paleobiólogo del Museo Canadiense de la Naturaleza, y David Hone de la Universidad Queen Mary en Londres, este nuevo análisis sugiere que las estimaciones sobre el peso del T. rex podrían ser drásticamente insuficientes.

Según los hallazgos, el T. rex más grande que haya existido podría haber alcanzado un peso de hasta 15 toneladas métricas, lo que equivale a cerca de 33,000 libras, es decir, un 70% más pesado de lo que se había calculado anteriormente.

Para poner esto en perspectiva, esa masa es similar a la de un autobús escolar completo o a la de dos elefantes africanos machos promedio.

Además, los investigadores sugieren que estos titanes podrían haber alcanzado longitudes de 15 metros, un 25% más largos que las estimaciones previas.

La evolución de la paleontología ha pasado por varios hitos importantes, desde el descubrimiento de los primeros fósiles en el siglo XIX hasta el avance de técnicas como el modelado por computadora.

En este caso, Mallon y Hone tomaron como base las dimensiones de los cocodrilos modernos, animales que, a pesar de ser mucho más pequeños que los dinosaurios, comparten un linaje evolutivo cercano y presentan tamaños que podrían darnos pistas sobre sus ancestros prehistóricos.

Dada la cantidad limitada de fósiles accesibles de T. rex, esto proporciona un método necesario para estimar el tamaño potencial de estos animales.

El estudio también pone de relieve la posibilidad de que existan dinosaúricos aún no descubiertos que pudieran haber sido mucho más grandes que aquellos que conocemos.

Mallon manifestó que imaginar un T. rex de 15 toneladas no solo es intrigante, sino que también plantea preguntas sobre la biología y ecología de tales criaturas.

Por ejemplo, ¿podían realmente mantenerse en pie? ¿Cómo se alimentaban en un entorno donde la competencia por recursos sería feroz?

En palabras de Thomas Carr, director del Instituto de Paleontología en Carthage College, el trabajo de Mallon y Hone representa un punto de referencia valioso para comparar futuros descubrimientos fósiles.

Carr señala que la noción de lo que consideramos el tamaño máximo para cualquier especie de dinosaurio es, casi con certeza, incorrecta debido a los vacíos en el récord fósil existente.

Esto nos invita a reflexionar sobre el estado actual de la paleontología y los métodos que utilizamos para entender el pasado.

La creciente colección de fósiles en manos de coleccionistas privados solo añade una capa de misterio y desafío.

Es posible que algunos de estos especímenes no catalogados contengan las claves que podrían confirmar o refutar las teorías avanzadas por Mallon y Hone.

Así, se abre un nuevo capítulo en la investigación paleontológica que quizás traiga consigo más sorpresas sobre los gigantes que una vez dominaron la tierra.