En la costa de Columbia Británica, se han encontrado dos ballenas grises muertas en un período breve, generando preocupación entre los expertos por el estado de estas especies. La primera fue avistada cerca de Tofino y la segunda en Haida Gwaii, en un hecho que refleja una tendencia alarmante en la salud de las poblaciones de ballenas en el Pacífico Norte.

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En las costas de la provincia canadiense de Columbia Británica, se han registrado en menos de una semana el avistamiento y la recuperación de dos ballenas grises muertas, un hecho que ha despertado la atención de científicos y organizaciones ambientales.

La primera captura ocurrió el 6 de mayo en Long Beach, cerca de Tofino, y la segunda fue reportada el 11 de mayo en Haida Gwaii, cerca de Skidegate. La mortalidad de estas criaturas, que ya estaban en peligro, genera inquietud sobre el estado de las poblaciones de ballenas en el Pacífico Norte.

Históricamente, las ballenas grises sufrieron una caza intensa en el siglo XX, llegando a estados críticos. La caza comercial, que se realizó principalmente entre los años 1930 y 1960, casi llevó a la extinción a varias poblaciones de esta especie. Gracias a las regulaciones internacionales y programas de protección como la Ley de Especies en Riesgo de Canadá, estas ballenas comenzaron un proceso de recuperación en las décadas posteriores.

Sin embargo, recientes avistamientos y hallazgos de ballenas muertas indican que aún enfrentan amenazas considerables.

El gobierno canadiense, a través de Fisheries and Oceans Canada, trabaja en colaboración con las comunidades indígenas locales para realizar necropsias y determinar las causas de estos decesos.

Este proceso puede tomar hasta tres meses, ya que aún no se ha establecido con precisión a qué población pertenecían las ballenas encontradas, las cuales podrían ser parte de la población del Pacífico Noreste, clasificada en 2005 como especie en amenaza especial.

Las causas de estas muertes siguen sin esclarecerse, pero los expertos alertan sobre múltiples amenazas que enfrentan las ballenas grises en la actualidad.

Entre ellas se cuentan las colisiones con embarcaciones, el enredo en redes, la contaminación de las aguas cercanas a las costas y el impacto del cambio climático.

Anna Hall, biológa marina de Sea View Marine Sciences, explica que “muchas ballenas están literalmente muriéndose de hambre” debido a la desaparición de sus fuentes de alimento, influenciada por el aumento de temperaturas en el Ártico y la reducción de hielo marino.

Durante décadas, la caza de ballenas fue uno de los principales factores que redujeron drásticamente las poblaciones en el Pacífico Norte. La cuota de capturas permisibles se redujo sustancialmente después de que en 1986 se estableciera la moratoria internacional sobre la caza comercial de ballenas, pero los efectos de estas prácticas todavía se sienten hoy en día.

La recuperación ha sido lenta y, en algunos casos, reversible. La población de ballenas grises, que alcanzó un mínimo de solo unos cientos en los años 1960, aún no ha alcanzado los niveles previos a la caza.

Estudios recientes realizados por investigadores como Juan José Alava, de la Universidad de British Columbia, muestran que entre 2017 y 2021, más de 500 ejemplares fueron encontrados muertos en toda la costa del Pacífico, desde México hasta Alaska.

La mayoría presentaba signos de desnutrición severa y pérdida de peso, evidenciando una crisis alimentaria que podría estar vinculada a la reducción del ecosistema en las áreas de alimentación.

La disminución de hielo marino, atribuida al cambio climático, también afecta la proliferación de algas y crustáceos, principales alimentos de las ballenas grises.

Las autoridades recomiendan a la población no tocar a las ballenas muertas y mantener a los perros con correa en zonas cercanas. Además, se solicita denunciar cualquier avistamiento de ballenas siendo acosadas o perturbadas. Aunque la pérdida de un solo animal puede parecer significativa, desde una perspectiva ecológica, estas muertes aportan nutrientes valiosos a otros animales y al ecosistema marino.

En conclusión, la aparición de estas dos ballenas en tan corto período de tiempo señala posibles cambios en el estado ambiental del Pacífico Norte.

La situación requiere atención y acciones coordinadas para entender mejor las causas y evitar que estas muertes sean solo una muestra de una crisis mayor en las poblaciones de ballenas grises, cuya recuperación aún enfrenta múltiples obstáculos en un contexto de cambio climático acelerado.