Investigadores advierten sobre la proliferación de la medusa flor de durazno en las vías acuáticas de Columbia Británica, con consecuencias potencialmente perjudiciales para el ecosistema.

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En las últimas décadas, un fenómeno biológico intrigante ha captado la atención de científicos en Columbia Británica, Canadá. La medusa flor de durazno, un organismo originario de ríos y sistemas de agua dulce en China, ha comenzado a colonizar las vías acuáticas de la provincia.

Desde su introducción, cuya causa exacta aún es objeto de debate entre los investigadores —posiblemente a través de agua de acuarios—, miles de clones genéticos de esta medusa se han avistado en 34 cuerpos de agua a lo largo de la región, marcando así una notable expansión hacia el norte en América del Norte.

Según datos de 2023, se han reportado 85 avistamientos de la medusa flor de durazno en diversos ambientes acuáticos de la provincia, evidenciando un aumento significativo en su población.

Evgeny Pakhomov, oceanógrafo biológico en la Universidad de Columbia Británica, señala que aunque el número exacto de medusas presentes en estos cuerpos de agua es indeterminado, sus avistamientos podrían incrementarse en los próximos años.

Esto se debe a las condiciones propicias generadas por el cambio climático, ya que esta especie prospera en aguas que superan los 27 grados Celsius, haciéndose visibles alrededor de los 25 grados, lo que podría ocurrir con más frecuencia a medida que las temperaturas globales aumenten.

Los investigadores están advirtiendo sobre el potencial de un crecimiento explosivo en la población de estas medusas, un fenómeno conocido como ‘jelly bloom’. Pakhomov subraya que esto no solo podría alterar los ecosistemas acuáticos, sino que también representaría un riesgo para diversas especies nativas.

Estas medusas se alimentan del plancton del cual dependen los juveniles de especies como el salmón y la trucha, lo que podría generar un desbalance alimentario en el hábitat local.

Nick Wong, gerente de ciencia y investigación del Consejo de Especies Invasoras de Columbia Británica, indica que si bien aún es pronto para determinar el impacto específico que estas medusas tendrán en el ecosistema marino de la provincia, el reciente estudio brinda una base esencial para investigaciones futuras.


El trabajo apunta a la necesidad de comprender cómo interactúan estas medusas con los ecosistemas de la región, estableciendo la importancia de una vigilancia continua.

La medusa flor de durazno, que puede alcanzar el tamaño de una moneda, ha expandido su hábitat de manera preocupante.

Wong añade que a diferencia de las medusas oceánicas, que suelen tener entre docenas y un poco más de un centenar de tentáculos, las medusas de agua dulce pueden poseer hasta cerca de mil, lo que aumenta su capacidad de captura de alimento y su impacto sobre la cadena alimentaria local.

La historia del desplazamiento de la medusa flor de durazno no es reciente.

La primera aparición documentada fuera de Asia se produjo en Francia durante el siglo XVII, cuando se importaron nenúfares de China para el Palacio de Versalles.

Desde entonces, esta especie ha logrado establecerse en casi todos los continentes, con la excepción de la Antártida.

Investigaciones recientes han demostrado que la medusa podría haber llegado a Columbia Británica a través del comercio de acuarios, y las posibilidades de su propagación pueden estar asociadas con las prácticas de navegación y la migración de aves.

Pakhomov y su equipo están trabajando para mapear adecuadamente la distribución de esta medusa en la provincia y cuantificar su impacto en los ecosistemas acuáticos y las poblaciones de peces.

La importancia de la participación ciudadana es fundamental en este proceso.

Al incentivar a la población para que reporten avistamientos de las medusas, los científicos esperan obtener un mejor entendimiento de su distribución y, en consecuencia, desarrollar estrategias más eficaces para su manejo.