Un proyecto de monitoreo costeño apoya a la comunidad en la lucha contra el cambio climático en Nueva Escocia, brindando datos vitales sobre su costa.

En Nueva Escocia, un proyecto de monitoreo costeño conocido como el Proyecto de la Costa Oriental está uniendo a la comunidad en esfuerzos por recopilar información clave sobre el impacto del cambio climático en una de las costas más salvajes de la región.

Este esfuerzo, que combina la participación de ciudadanos y apoyo académico, se inició en verano y se centra en la recolección de datos meteorológicos y de erosión a través de un grupo de científicos ciudadanos liderados por Robin Metcalfe.

Metcalfe y su equipo han hecho de la playa en Sober Island su oficina en el estudio del cambio costero.

Utilizando un dispositivo rudimentario pero eficaz conocido como perfilador de playa, miden la inclinación de la arena para documentar el cambio en el paisaje a lo largo del tiempo.

Además, Metcalfe ha instalado una estación meteorológica automática y un pluviómetro en su casa, que se encuentra a solo cinco minutos de la playa.

"La parte social es realmente importante, ya que está motivando a las personas a salir a la playa en diciembre.

No es fácil, se requiere un compromiso", menciona Metcalfe.

El objetivo del proyecto es que los habitantes de la costa comiencen a entender mejor su entorno.

Camilo Botero, investigador asociado en la Universidad Dalhousie, es uno de los cerebros detrás de esta iniciativa.

Originalmente de Colombia, Botero se dio cuenta de que había poca ciencia ciudadana orientada al monitoreo de playas en Nueva Escocia y decidió involucrar a la comunidad local.

"Si queremos que las personas estén mejor preparadas y participen en la acción climática, debemos involucrarlas en su propio entorno, y eso se logra yendo directamente a la playa", explica Botero.

En su primera fase, el proyecto fue financiado en gran parte por la Iglesia Anglicana, que ha estado apoyando iniciativas vinculadas con sus valores ambientales.

La reverenda Marian Lucas-Jefferies, coordinadora de la Red Ambiental Diocesana, resaltó que este proyecto refleja el compromiso de la iglesia con la protección del medio ambiente.

Gracias al apoyo de la red, el proyecto ha logrado asegurar financiamiento para estaciones meteorológicas y ha establecido conexiones con las parroquias de la costa oriental.

Botero señala que un aspecto educativo clave del proyecto es que permite a los ciudadanos aprender y tomar acciones en respuesta al cambio climático, empoderándolos y fomentando la construcción de comunidad.

Hasta ahora, el proyecto ha reunido equipos climáticos que miden las playas y recogen datos meteorológicos desde los hogares de esta región.

Una de las sorpresas más grandes ha sido el descubrimiento de la falta de información existente sobre esta parte de la costa de Nueva Escocia.

Antes del inicio de este proyecto, solo había dos estaciones de monitoreo del Servicio Meteorológico de Canadá en el área, dejando un vacío considerable en la recolección de datos.

Ahora, el número de estaciones meteorológicas se ha triplicado, y se han cuadruplicado los pluviómetros.

El equipo de científicos ciudadanos ha realizado encuestas mensuales en cuatro playas específicas.

"Existía un gran vacío de información.

Ahora tenemos más datos de los que teníamos antes, aunque no tantos como nos gustaría", menciona Botero.

Las proyecciones futuras del proyecto incluyen la incorporación de nuevos parámetros de monitoreo, como el seguimiento de olas y el avistamiento de fauna.

Botero espera que, en un par de años, el equipo tendrá suficiente información para identificar patrones que faciliten una mejor preparación de la comunidade frente a eventos climáticos.

Kate Sherren, directora de la escuela de estudios de recursos y medio ambiente en la Universidad Dalhousie, subraya que este tipo de proyectos son efectivos porque permiten a las personas interactuar con ecosistemas cambiantes.

También menciona que fomentar la observación y la recolección de datos puede ayudar a sensibilizar a la comunidad sobre los cambios ambientales.

Mientras tanto, Metcalfe se comprometió a seguir participando en el proyecto, observando cómo la comunidad se une en torno a la recopilación de datos críticos y en la esperanza de que estos esfuerzos contribuyan a una respuesta más robusta ante el cambio climático.