La presencia de fuerzas ucranianas en territorio ruso es presentada por el Kremlin como una situación común, mientras aumenta la evacuación en la región de Kursk.

La reciente ofensiva del ejército ucraniano en la región de Kursk ha provocado una inusual reacción por parte del régimen de Vladimir Putin.

Este se ha embarcado en una campaña de propaganda destinada a convencer a la población rusa de que la ocupación de su territorio por fuerzas ucranianas es algo que ahora debe considerarse como la 'nueva normalidad'. Este giro en la narrativa del Kremlin parece ser una respuesta a la creciente presencia militar ucraniana, que comenzó a finales de marzo y ha llevado a la evacuación de más de 130.000 ciudadanos rusos.

Según medios de comunicación independientes, como Meduza, el gobierno ruso intenta minimizar la importancia de la incursión, enfatizando que la situación actual es transitoria, aunque la utilización de la palabra 'normal' busca brindar un sentido de tranquilidad a una población que se muestra cada vez más inquieta.

Esta estrategia se produce mientras el ejército ruso continúa concentrando sus esfuerzos en el este de Ucrania, donde lucha por recuperar el control en las zonas que se le han escapado.

En los últimos días, se ha observado un aumento en la actividad militar en la frontera rusa, donde se están construyendo fortificaciones adicionales, incluidos fosos y trincheras, para proteger el territorio.

Además, la ciudad de Kursk, situada a solo 120 kilómetros de la localidad ocupada de Sudzha, está viendo la instalación de refugios de concreto, lo que indica una preparación para posibles enfrentamientos prolongados.

Históricamente, la región de Kursk ha sido un punto estratégico en conflictos pasados, destacándose durante la Segunda Guerra Mundial, cuando fue escenario de la famosa Batalla de Kursk, famosa por ser una de las más grandes batallas de tanques de la historia.

Esta rica herencia militar parece ahora reproducirse en el contexto actual, donde la historia se entrelaza con la realidad contemporánea del conflicto entre Ucrania y Rusia.

El Kremlin, consciente del impacto que estas situaciones pueden tener en la moral pública, empieza a alinear su discurso con el de una resistencia prolongada.

A medida que la ofensiva ucraniana se intensifica, es posible que se presenten nuevas narrativas para justificar la vulnerabilidad que enfrenta Rusia en su propio suelo.

La utilización del término 'nueva normalidad' se convierte así en una herramienta crucial para desviar la atención de la población ante un enemigo que, según el Kremlin, parece estar ganando terreno inesperadamente.

Con la guerra en Ucrania cumpliendo más de un año, la resistencia ucraniana sigue desafiando las expectativas rusas, mientras que el estado ruso adapta su mensaje para mantener el control sobre la narrativa nacional.

La evolución de esta propaganda y su efecto en la percepción pública jugarán un papel vital en la dirección futura del conflicto.