El presidente estadounidense Joe Biden se opone a ataques a instalaciones nucleares de Irán, mientras Israel considera una respuesta militar.

En un contexto de creciente tensión en el Medio Oriente, el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, ha dejado claro que no respaldará ataques a instalaciones nucleares de Irán en respuesta al reciente ataque con misiles de Teherán contra Israel.

"La respuesta es no", afirmó Biden ante los medios de comunicación, subrayando la importancia de que cualquier reacción israelí sea "proporcionada". Esta declaración se produce en un momento crítico, ya que se informa que los líderes del G7 están discutiendo la imposición de un nuevo conjunto de sanciones a Irán.

La decisión de Biden se hace eco de una larga tradición de la política exterior estadounidense que busca evitar una escalada militar en la región.

Históricamente, los Estados Unidos han mantenido una relación complicada con Irán, especialmente tras la crisis de los rehenes en 1979 y el más reciente acuerdo nuclear de 2015, del cual el expresidente Donald Trump se retiró en 2018. Este trasfondo resalta el delicado equilibrio que Biden y su administración deben gestionar frente a la seguridad de Israel y los compromisos diplomáticos.

En Israel, la presión está aumentando para llevar a cabo una respuesta contundente contra el programa nuclear iraní, sobre todo después de que Teherán atacara la sede del Mossad la semana pasada, así como diversas bases aéreas de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) en días recientes.

La inestabilidad en la región ha reavivado el debate sobre la extensión de las capacidades nucleares de Irán y la aparente incapacidad de acuerdos anteriores para frenar sus ambiciones.

El ex primer ministro israelí Naftali Bennett, quien se perfila como uno de los principales rivales de Benjamin Netanyahu en las próximas elecciones, ha instado a este último a tomar acción decisiva, acusando al régimen iraní de ser un "terrorista" que debe ser detenido.

"Destruir [el] proyecto nuclear de Irán, eliminar sus principales instalaciones energéticas y atacar seriamente a este régimen terrorista" fueron algunas de sus declaraciones que reflejan el creciente descontento entre sectores del gobierno israelí.

Analistas apuntan que los posibles objetivos de un ataque no se limitarían a instalaciones nucleares, sino que también incluirían refinerías de petróleo, puertos y almacenes de armas, así como la infraestructura hídrica del país, que es frágil y vulnerable.

Esta diversidad de objetivos sugiere que el enfoque de Israel podría ser más complejo y estratégico, buscando no solo desmantelar el programa nuclear de Irán sino también debilitar su capacidad militar general.

Netanyahu, por su parte, también ha prometido una acción contundente contra Irán, pero ha enfatizado que cualquier respuesta debe coordinarse con Estados Unidos.

Esta posición refleja la necesidad de Israel de alinear sus estrategias con las decisiones de su aliado más poderoso, los Estados Unidos, al tiempo que busca preservar su seguridad nacional frente a amenazas percibidas de su vecino del noreste.

La situación actual continúa evolucionando, y el mundo observa con atención cómo se desarrollarán los acontecimientos en esta volátil región.