Los recientes bombardeos en la capital ucraniana reflejan la escalada del conflicto, dejando heridos y daños en infraestructuras clave.
En la madrugada del lunes 2 de septiembre, Kyiv, la capital de Ucrania, fue objeto de un intenso bombardeo por parte de fuerzas rusas.
Las autoridades informaron que al menos dos personas resultaron heridas debido a los escombros de los misiles derribados, que también provocaron incendios y daños en diversas infraestructuras.
Según la administración militar de la ciudad, las unidades de defensa aérea de Ucrania lograron interceptar más de diez misiles de crucero y casi diez misiles balísticos, evitando un impacto mayor en la zona.
Las alertas de ataque aéreo se emitieron en todo el país durante casi dos horas, lo que provocó una respuesta activa de la Fuerza Aérea de Ucrania, que finalmente declaró que el espacio aéreo estaba despejado a las 03:30 GMT. Durante los ataques, Polonia, un país vecino y miembro de la OTAN, activó sus aviones y los de sus aliados para garantizar la seguridad de su espacio aéreo.
El alcalde de Kyiv, Vitali Klitschko, reportó que una casa de calderas en una planta de agua de la ciudad sufrió daños parciales, igual que la entrada de una estación de metro que también funciona como refugio antibombas en el distrito de Svyatoshynksyi, una zona con múltiples universidades y escuelas.
Los incidentes no solo se limitaron al centro urbano: se registraron daños en vehículos y edificios no residenciales, especialmente en el distrito de Shevchenkivskyi, donde varios automóviles se incendiaron.
Klitschko también comunicó que los servicios de emergencia se movilizaron a varios distritos, entre ellos Svyatoshynksyi y Holosiivskyi, a medida que los fragmentos de los misiles destruídos caían sobre el área.
El distrito de Solomyanskyi, hogar de una importante estación de tren y del principal aeropuerto de Kyiv, también se vio afectado.
Este ataque es uno de los más significativos en un contexto de creciente agresividad por parte de Rusia, que ha intensificado sus operaciones militares en Ucrania desde el inicio del conflicto en 2014, cuando se anexó Crimea y estallaron los combates en el este del país.
La situación actual destaca la vulnerabilidad de las infraestructuras críticas en la capital y la necesidad de continuar reforzando las capacidades de defensa de Ucrania.
La amenaza de más ataques persiste, lo que genera una atmósfera de incertidumbre en la población.
En un contexto más amplio, la comunidad internacional sigue de cerca los eventos en la región, ya que el conflicto tiene repercusiones no solo para Ucrania, sino también para la estabilidad global.