El famoso Templo Sensoji de Tokio ha visto un incremento sin precedentes en su afluencia de visitantes, beneficiándose de un yen históricamente bajo, aunque esto ha traído desafíos para los residentes locales.
En Tokio, durante la mitad de la mañana, la temperatura se acerca a los 36 grados Celsius, pero el calor veraniego no ha conseguido disuadir a la multitud de turistas que se dirigen al antiguo Templo Sensoji, ubicado en el distrito de Asakusa.
Los visitantes sortean a otros viajeros en la Calle Nakamise-dori, el principal acceso al templo, deteniéndose ocasionalmente para secar el sudor o buscar entre la multitud a amigos que se han perdido entre los estantes que ofrecen chucherías y abanicos de papel japoneses.
Las escaleras de entrada al templo están saturadas de personas, muchas de ellas vestidas con kimonos alquilados, posando para capturar la foto perfecta para Instagram.
Algunos, abrumados por el calor, han decidido descansar en los escalones superiores a la sombra de la pagoda, obligando a la gran multitud a rodearlos.
Aunque el templo, que data del siglo VII, siempre ha sido un atractivo turístico en Japón, este año ha experimentado un notable aumento en el número de visitantes, un fenómeno que también se está viendo en otras atracciones icónicas del país, como en Kyoto.
La razón principal detrás de este aumento es la debilidad del yen japonés, que ha alcanzado niveles bajos históricos, haciendo que viajar a Japón sea atractivo y asequible para quienes vienen del extranjero.
Sin embargo, este auge también ha resultado ser un arma de doble filo, ya que si bien los negocios y la industria del turismo están disfrutando de la afluencia de visitantes derrochadores, la vida cotidiana de los residentes locales se ha vuelto más complicada.
Muchos de ellos deben lidiar con el transporte público abarrotado, la basura acumulada, el incremento en los precios y la contaminación acústica, especialmente en áreas sagradas y ecológicamente delicadas.
Ante este desafío, algunas autoridades locales han tomado la decisión de implementar medidas de control de multitudes, incluyendo límites y restricciones sobre la cantidad de visitantes permitidos.
Por su parte, cada vez más negocios están probando sistemas de precios diferenciados que buscan mantener precios asequibles para los habitantes locales.
Bec y Elliott Hall, una familia de Queensland que visitó el Templo Sensoji junto a su hija de 9 años, Sierra, durante un caluroso lunes a finales de julio, encontraron que la fortaleza del dólar australiano frente al yen ha hecho que Tokio sea un destino vacacional asequible.
"El tipo de cambio es el mejor que ha estado, así que definitivamente fue un factor.
Pero también había otros factores, como la comida", mencionó Bec, destacando la importancia de la gastronomía local en su experiencia turística.
Este aumento en el turismo en Japón llega en un momento crítico para el sector, que había sido severamente afectado por la pandemia de COVID-19. En un país que depende en gran medida del turismo internacional, el regreso de los viajeros es vital para la recuperación económica, y la situación actual destaca tanto los beneficios como los desafíos que enfrenta.
La combinación de un yen débil y la sed de experiencias únicas está llevando a niveles de afluencia que, aunque beneficiosos en términos económicos, requieren una gestión cuidadosa para equilibrar los intereses de los turistas y los residentes locales.