Donald Trump aborda la influencia de Elon Musk en su próxima administración, asegurando que la presidencia no está en manos del CEO de Tesla.

En un mitin celebrado en Phoenix, Arizona, Donald Trump reiteró su compromiso de ser el presidente de los Estados Unidos, desmintiendo los rumores que sugieren que Elon Musk, el CEO de Tesla, tendría un papel predominante en su administración.

Durante el evento, Trump se dirigió a una multitud conservadora, asegurando: “No, él no va a asumir la presidencia”, en respuesta a las crecientes quejas sobre la ambiciosa influencia que Musk parece haber adquirido en el entorno político actual.

“Todas las diferentes mentiras.

La nueva es que el presidente Trump ha cedido la presidencia a Elon Musk.

No, no, eso no está sucediendo”, proclamó el expresidente, reafirmando su posición ante los asistentes que aclamaban su regreso.

Este tipo de desasosiego en la audiencia sobre la relación entre Trump y Musk subraya el inusual impacto que el multimillonario ha tenido en la política estadounidense antes del inicio de un segundo mandato de Trump, que se espera comience el 20 de enero.

Musk ha sido nombrado por Trump para liderar un esfuerzo por reducir costos y promover la desregulación, iniciativa que Trump ha denominado el Departamento de Eficiencia del Gobierno.

Sin embargo, esta designación no ha estado exenta de controversia.

Críticas han surgido ante la posibilidad de conflictos de interés, dado que las empresas de Musk, entre las que se incluyen Tesla, Boring Co., SpaceX y Starlink, operan en sectores regulados por el gobierno federal y mantienen contratos con el mismo.

Este escenario recuerda a momentos del pasado en los que grandes empresarios han influido en la política estadounidense.

Por ejemplo, a finales de los años 90 y principios de 2000, figuras como Bill Gates, cofundador de Microsoft, y Steve Jobs, de Apple, tuvieron un impacto significativo en la manera como la tecnología comenzó a dar forma a la política y la economía del país.

Trump, durante su mitin, aprovechó para celebrar su retorno al poder, recibiendo el apoyo entusiasta de sus seguidores.

La jornada estuvo marcada por una muestra de unidad del partido, contrastando con las tensiones recientes en Capitol Hill, donde algunos legisladores republicanos desafiaron abiertamente las demandas de su líder.

A pesar de tener una estrecha mayoría en ambas cámaras, el presidente electo se enfrenta a un panorama complicado en su intento de elevar el límite de deuda del país.

Este compromiso de Trump, tras su victoria el 5 de noviembre, también se acompaña de un marcado desafío: mantener la cohesión dentro de su partido, que ha sufrido divisiones internas.

La próxima administración deberá navegar entre la influencia de figuras como Musk y las demandas de un electorado cada vez más diverso, al tiempo que se enfrentan a debate sobre el futuro económico y regulatorio del país.

Mientras tanto, observadores políticos analizan cómo la dinámica entre Trump y Musk podría afectar las políticas en curso.

Con Musk a la cabeza de un departamento cuya creación ha generado críticas, muchos se preguntan cuál será el resultado de esta fusión entre negocios y política.

La historia dirá si este acto de desafío y reafirmación resulta ser un movimiento inteligente o una fuente de más controversias.