Rusia ha iniciado un programa en China para desarrollar drones de ataque a larga distancia destinados a la guerra contra Ucrania. Este desarrollo se da en medio de preocupaciones internacionales sobre la posible colaboración entre ambos países.

En un reciente informe, fuentes de inteligencia europea han revelado que Rusia ha establecido un programa en China con el objetivo de desarrollar y producir drones de ataque a larga distancia que se utilizarán en su conflicto con Ucrania.

Este proyecto incluye la colaboración del IEMZ Kupol, una subsidiaria de la empresa estatal rusa Almaz-Antey.

Según documentos revisados, Kupol ha llevado a cabo el diseño y la prueba de vuelo de un nuevo modelo de dron denominado Garpiya-3 (G3), en conjunto con especialistas locales en China.

La información sugiere que Kupol ha sido capaz de producir drones, incluido el G3, a gran escala en una fábrica en el país asiático, con el fin de poder desplegar estas armas en lo que Moscú denomina 'operación militar especial' en Ucrania.

Esta terminología utilizada por Rusia se refiere a su invasión y las hostilidades en las que se encuentra inmersa desde 2022.

El Kremlin no ha comentado sobre estas afirmaciones, y tanto Kupol como el Ministerio de Defensa ruso no respondieron a las solicitudes de información sobre el proyecto.

Por su parte, el Ministerio de Relaciones Exteriores de China indicó que desconocía un programa de este tipo, subrayando que el país tiene estrictos mecanismos de control sobre la exportación de vehículos aéreos no tripulados (drones).

Este desarrollo plantea serias implicaciones en el ámbito geopolítico.

Según Fabian Hinz, investigador del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, la llegada de drones desde China a Rusia representaría un avance significativo.

Hasta el momento, los suministros provenientes de China habían sido principalmente componentes susceptibles de ser utilizados en sistemas de armas, pero la entrega de sistemas de armas completos podría configuran un nuevo escenario en el conflicto.

Mientras tanto, Samuel Bendett, investigador sénior adjunto del Centro para una Nueva Seguridad Americana, afirmó que es probable que Pekín sea cauteloso a la hora de proporcionar apoyo militar directo, debido al riesgo de sanciones internacionales por su participación en el conflicto.

Las tensiones entre Estados Unidos y Rusia han aumentado desde la invasión de Ucrania, y la administración Biden ha expresado su profunda preocupación por el informe que sugiere la colaboración entre empresas chinas y rusas.

Según el Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, el programa de drones podría ser una instancia en la que una empresa china esté proporcionando ayuda letal a una firma rusa sujeta a sanciones estadounidenses.

Esta situación agrega una nueva capa de complejidad a las relaciones internacionales, donde la cooperación militar entre Rusia y China podría transformar la dinámica de poder en el conflicto ucraniano y más allá.

Históricamente, la relación entre Rusia y China ha estado marcada por la desconfianza, pero la creciente presión internacional y la percepción de amenazas comunes han llevado a ambos países a estrechar lazos.

La posibilidad de que China apoye directamente a Rusia en este conflicto podría tener repercusiones en la política global y en los esfuerzos por restaurar la paz en la región.