Drones rusos violan el espacio aéreo de Rumanía y Letonia, lo que intensifica las tensiones en Europa del Este mientras continúan los ataques a Ucrania.
En un incidente que refleja las crecientes tensiones en Europa del Este, dos naciones miembros de la OTAN informaron el fin de semana sobre violaciones a su espacio aéreo por parte de drones rusos.
El despiste de un dron hacia Rumanía coincidió con los ataques nocturnos de Moscú en Ucrania, mientras que otro dron se estrelló en Letonia.
El domingo, el Ministerio de Defensa Nacional rumano anunció que un dron ruso entró en su territorio en las primeras horas del día, en medio de ataques que se centraron en 'objetivos civiles e infraestructura portuaria' en la región del Danubio en Ucrania.
En respuesta a la incursión, Rumanía activó dos cazas F-16 para monitorear el espacio aéreo.
Además, las autoridades emitieron alertas a los residentes de los condados sureste, Tulcea y Constanta, instando a la población a buscar refugio.
"De acuerdo con los datos disponibles, se identificó una zona de posible impacto en territorio nacional, en un área despoblada cercana a la aldea de Periprava", añadió el ministerio.
Equipos de rescate comenzaron la búsqueda en la zona afectada para evaluar el daño y asegurar la situación.
Este tipo de incidentes no son nuevos; en febrero pasado, restos de un dron tipo Shahed fueron encontrados cerca de la frontera Moldavia-Ucrania, lo que apunta a un patrón creciente de incursiones en países vecinos de Ucrania.
Por su parte, en Letonia, el Ministro de Defensa, Andris Sprūds, confirmó que un dron ruso cayó cerca de la ciudad de Rezekne, a unos 55 kilómetros de la frontera rusa y a 75 kilómetros de Bielorrusia, un aliado cercano del Kremlin.
El incidente, que ocurrió el día anterior a la denuncia de Rumanía, ha levantado alarmas sobre la vulnerabilidad del espacio aéreo de los estados bálticos.
El presidente letón, Edgars Rinkēvičs, se pronunció en la plataforma social X, instando a una respuesta unificada de la OTAN ante estas violaciones.
Esto es un reflejo no solo del continuo desafío que representa Rusia en la región, sino también de la importancia de la cooperación entre naciones aliadas frente a amenazas de seguridad comunes.
Desde la anexión de Crimea en 2014, las tensiones entre Rusia y los países occidentales han escalado.
Los estados bálticos, en particular, han estado en alerta máxima, recordando la historia de ocupación soviética durante la Guerra Fría.
La OTAN ha aumentado su presencia militar en la región en un esfuerzo por disuadir cualquier agresión adicional.
Con estas recientes incursiones, resulta evidente que la situación en Europa del Este continúa siendo volátil, y se requiere un monitoreo constante para garantizar la seguridad de los aliados de la OTAN en esta zona crítica.
El futuro de la estabilidad en la región dependerá en gran medida de la capacidad de los países miembros de actuar conjunta y decididamente ante las provocaciones.