Miles de personas de todo el mundo se congregaron en Roma para rendir homenaje al papa Francisco en su Misa de Réquiem, marcando una emotiva despedida del pontífice.

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El pasado sábado 26 de abril, la ciudad de Roma fue escenario de una de las despedidas más emotivas en la historia reciente de la Iglesia Católica. Más de 250 mil personas provenientes de diferentes países se congregaron en la emblemática Plaza de San Pedro para rendir homenaje y despedir al papa Francisco en su Misa de Réquiem, una ceremonia que conmovió a millones en todo el mundo.

La celebración fue un acto de profunda solemnidad, en la que fieles, religiosos y líderes mundiales se reunieron para honrar la memoria del pontífice, quien dejó un legado marcado por su sencillez, compromiso social y esfuerzos por modernizar la Iglesia.

La misa, que duró aproximadamente una hora y media, estuvo presidida por altos cargos de la iglesia y contó con la participación de coro y músicos que interpretaron himnos tradicionales y contemporáneos.

El féretro del papa Francisco fue trasladado desde la Capilla Sixtina hasta la Basílica de Santa María La Mayor en un recorrido que fue acompañado por multitudes que se agolpaban en las calles, en un acto de respeto y cariño hacia el líder religioso.

La procesión fue uno de los momentos más emotivos, con miles de personas mostrando signos de afecto y gratitud por su labor durante los años en que sirvió como pontífice.

El papa Francisco, nacido en Argentina en 1936, fue elegido en 2013 y se convirtió en uno de los líderes más influyentes de su tiempo, promoviendo temas como la justicia social, la protección del medio ambiente y la lucha contra la pobreza.

Su estilo cercano y humilde rompió con algunas tradiciones de la jerarquía eclesiástica, ganándose el cariño de muchos fieles y seguidores en todo el mundo.

Historia y contexto

El pontificado de Francisco ha sido uno de los más destacados en la historia moderna de la Iglesia Católica. Durante sus años en el cargo, enfrentó desafíos como la crisis de abuso sexual, las tensiones internas y la pandemia de COVID-19, en la que promovió campañas de ayuda humanitaria y solidaridad.

Su muerte marca el fin de una era y abre la puerta a debates sobre el futuro de la Iglesia. La despedida en Roma no solo fue un acto de respeto, sino también un reflejo del impacto global que tuvo su liderazgo. Las imágenes de la jornada mostraron a multitudes emocionadas, con lágrimas y expresiones de gratitud, en un acto que quedará grabado en la memoria de quienes lo conocieron y admiraron.

Este tipo de eventos históricos suelen atraer a miles de visitantes y turistas, generando un impacto económico en la ciudad. La ceremonia también sirvió para recordar la importancia de la figura del papa no solo en el ámbito religioso, sino también en el social y político a nivel mundial.

En definitiva, la despedida a Francisco en Roma fue un momento de profunda reflexión y emotividad, que reafirmó el legado de un líder que buscó acercar la Iglesia a las necesidades de los fieles y promover valores universales.

La historia seguirá recordando su paso por el papado como una etapa de cambios y esperanza para millones.