En Harrisburg, cuando Nikki Haley suspendió su campaña presidencial en marzo, se negó a respaldar a Donald Trump como el último candidato principal para la nominación republicana de 2024, al igual que algunos de sus seguidores en Pensilvania.

Haley ganó casi el 17 por ciento de los votos en las primarias de Pensilvania el martes, o uno de cada seis votos, frente al 83 por ciento de Trump, a pesar de no haber hecho campaña para presidente desde que terminó su apuesta a principios de marzo.

Los 19 votos electorales de Pensilvania en juego en las elecciones presidenciales lo convierten en un estado clave en la batalla electoral.

Por lo tanto, si esos votantes republicanos de Haley se niegan a apoyar a Trump en noviembre, podría resultar un golpe perjudicial para sus perspectivas de victoria en el estado y, posiblemente, para su reelección.

La base de Haley nunca fue lo suficientemente grande como para desafiar seriamente a Trump antes de que obtuviera por tercera vez la nominación republicana presidencial.

Pero con casi todas las boletas contadas en las primarias de Pensilvania, la ex embajadora de la ONU y gobernadora de Carolina del Sur sumó más de 156.000 votos, o aproximadamente el doble del margen de 80.500 votos por el que el demócrata Joe Biden venció a Trump en Pensilvania en 2020. Las elecciones de Pensilvania fueron aún más reñidas en 2016, cuando Trump venció a la demócrata Hillary Clinton por 44.000 votos.

Una proporción mayor de votos por Haley tendía a provenir de áreas urbanas y suburbanas donde Trump sufrió grandes pérdidas en sus dos campañas presidenciales anteriores.

Haley se desempeñó particularmente bien en los condados de Montgomery, Delaware y Chester, suburbios de Filadelfia, donde recibió aproximadamente uno de cada cuatro votos, según datos electorales estatales.

'Es un área altamente educada, más moderada en su política y crucial para ganar en Pensilvania', dijo Christopher Borick, profesor de ciencias políticas en Muhlenberg College en Allentown, Pensilvania.

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