Una bióloga marina descubre parte de un famoso derrame de Lego en la playa de Portwrinkle, resaltando un evento ambiental único en la historia.

En un día sombrío y lluvioso a finales de junio, Hayley Hardstaff, una bióloga marina, se encontraba paseando por la playa de Portwrinkle en Cornwall, Inglaterra, cuando se topó con un dragón.

Se trataba de un trozo de Lego – de color negro, de plástico y sin su mandíbula superior.

Hardstaff, originaria de Cornwall, posee una extensa trayectoria en la recolección de piezas de Lego.

Desde su infancia, ha estado buscando estos objetos en las playas, intrigándose por la razón por la cual tantos niños olvidaban sus juguetes en el mar.

Durante su paseo en junio, ya estaba muy familiarizada con la historia detrás de sus hallazgos y rápidamente recuperó la cabeza y el cuello escamoso que asomaban entre la arena, exhibiendo “toda su esencia de dragón”.

Este peculiar descubrimiento le recordó a uno de los incidentes marítimos más inusuales de la historia.

En 1997, casi cinco millones de piezas de Lego – entre ellas, 33,427 dragones negros – fueron empacadas en un contenedor de envío cuando una ola descontrolada golpeó el Tokio Express, un barco de carga que transportaba estos juguetes y otros bienes.

El barco, que se dirigía a Nueva York desde Róterdam, perdió todos sus 62 contenedores – un evento que ha sido apodado como el Gran Derrame de Lego.

Este episodio es considerado por los expertos como uno de los más grandes desastres ambientales relacionados con juguetes, y aún 27 años después, las personas siguen encontrando piezas en las costas.

Tracey Williams, quien forma parte de una red de limpieza de playas, ha sido testigo de este fenómeno, encontrando regularmente piezas de Lego en la playa cerca de su hogar en Cornwall.

La historia del derrame y sus secuelas son documentadas en las redes sociales, particularmente en la página de Facebook llamada ‘Lego Perdido en el Mar’, donde Hardstaff se enteró del trasfondo de estos hallazgos.

“Vi que algunas personas habían encontrado estos dragones”, comentó. “De no ser por ello, no habría tenido idea alguna”.

El proyecto ‘Lego Perdido en el Mar’, que también cuenta con cuentas en X e Instagram, es administrado por Tracey Williams, quien comenzó a documentar sus descubrimientos de Lego después de mudarse a Cornwall alrededor del año 2010. Este evento no solo ha cautivado a quienes viven en la costa, sino que también ha despertado un interés más amplio en cómo los productos de consumo pueden impactar el medio ambiente a largo plazo.

Desde su descubrimiento, Hardstaff ha reflexionado sobre la relación entre los juguetes que perdemos y el impacto que tienen en nuestros océanos.

Con cada pieza que recolecta, se suma al relato de un extraño capítulo en la historia marítima, recordando a todos que el entusiasmo por el juego también conlleva una responsabilidad hacia nuestro planeta.