La campaña presidencial de Kamala Harris ha generado un ambiente de alegría y excitación entre los jóvenes votantes en Estados Unidos.

Durante la última década, los discursos sobre política han estado marcados por la melancolía y la apatía, tanto en Australia como en el resto del mundo.

Sin embargo, la campaña presidencial de Kamala Harris ha despertado un renovado interés y entusiasmo, especialmente entre los jóvenes votantes.

En un contexto en el cual muchos critican la apariencia de la política contemporánea y el despliegue de emociones en torno a eventos políticos, es importante analizar el impacto positivo que este tipo de campañas pueden tener en las nuevas generaciones.

Desde su anuncio, Kamala Harris ha logrado captar la atención de un público joven que está, quizás, más desconectado de la política tradicional que cualquier otra generación anterior.

Un reciente comentario hecho por el autor estadounidense Freddie deBoer indica que muchos sienten que Harris se comporta como si estuviera compitiendo por la presidencia de un mundo virtual.

Este tipo de percepción, aunque cínica, pone en evidencia la desconexión que algunos tienen respecto al entusiasmo juvenil que ella ha conseguido generar.

Eventos como el reciente mitin en Atlanta, donde la vicepresidenta fue acompañada por la rapera Megan Thee Stallion, no son meras casualidades.

En Estados Unidos, durante las elecciones de 2020, el 66.8% de los estadounidenses elegibles votaron, lo que marcó una participación récord.

Especialmente, los Millennials y la Generación Z juegan un papel crucial, constituyendo el 42.4% de la población total del país.

Este grupo demográfico es el más grande en términos de votación y Harris se dirige a ellos en sus propios términos.

Lo notable de su campaña es cómo se comunica, utilizando referencias culturales que resuenan con las experiencias de los jóvenes.

En lugar de esperar que ellos se alineen con los discursos tradicionales, Harris ha adoptado un enfoque diferente: entrar en sus mundos digitales y hablar su idioma.

Este método no solamente es estratégico, sino que también refleja un respeto por esta nueva generación de votantes que ha estado históricamente relegada en el ámbito político.

Dicha actitud ha llevado a un incremento en la popularidad de Harris entre los jóvenes.

La viralidad de los memes relacionados con su campaña muestra cómo se ha convertido en un símbolo para aquellos que buscan una voz que los represente.

En un tiempo donde el desencanto acerca de la política es desenfrenado, este tipo de entusiasmo colectivo es digna de celebración.

Es esencial recordar que la política debe ser un espacio inclusivo y vibrante, donde todos puedan encontrar una razón para participar.

Aprender a disfrutar de estos momentos de alegría, como lo destacó una vez la madre de un amigo, puede ser un poderoso antídoto contra el pesimismo.

En vez de desestimar el entusiasmo de Harris, debemos reconocer su potencial para atraer a una generación que ansía cambio y conexión en el mundo político.

Así que, en lugar de 'desanimar' a quienes están emocionados por esta campaña, es hora de celebrar esa energía y reconocer que una nueva era de participación juvenil en la política podría estar surgiendo, gracias a figuras como Kamala Harris.