Análisis de la situación actual de Japón y los desafíos que enfrenta el próximo primer ministro en medio de una crisis demográfica y tensiones internacionales.

Tokio: Los líderes japoneses se encuentran en medio de una encrucijada crítica.

La población del país sigue disminuyendo y envejeciendo a un ritmo acelerado.

Mientras tanto, un vecino, Corea del Norte, representa una amenaza nuclear, y otro, China, intensifica sus incursiones territoriales y campañas de desinformación.

Además, Japón debe enfrentar el cambio climático, un aumento en la deuda nacional, la inflación y un ritmo de crecimiento económico más lento.

Sin embargo, al escuchar a los nueve aspirantes a convertirse en el próximo primer ministro de Japón, no siempre resulta fácil distinguir sus posturas respecto a estos desafíos.

Un tema que sí marca una clara diferencia entre los contendientes es un debate que lleva 30 años en el país: la posibilidad de que las parejas casadas usen apellidos diferentes.

En virtud de una ley que data de la era Meiji, que concluyó en 1912, los cónyuges deben compartir un apellido, siendo más del 95% de los casos en los que las mujeres asumen el apellido de sus esposos.

El gobierno japonés afirma que no conoce otro país que mantenga una legislación similar, y este requisito se ha convertido en un símbolo del estatus de Japón en cuanto a los derechos de las mujeres.

Así como los derechos al aborto se han convertido en un tema definitorio en la política estadounidense, la ley de nombres matrimoniales ha empezado a delinear la carrera política que se inició el mes pasado con el anuncio de la renuncia del primer ministro Fumio Kishida.

El pasado viernes, el Partido Liberal Democrático (PLD) llevó a cabo una elección para seleccionar a un nuevo líder, reemplazando a Kishida, quien dejó el cargo como un líder profundamente impopular, en medio de un escándalo financiero que manchó su mandato.

Los miembros del PLD, junto con los afiliados de diversas prefecturas, votaron para escoger al nuevo líder del partido.

Como respuesta al escándalo financiero, un sistema de selección de candidatos, que había sido parte de la política japonesa durante décadas, en el que se elegía a los candidatos mediante facciones políticas, ha sido disuelto.

No obstante, el juego de poder tras bambalinas seguirá influyendo en la elección del vencedor, quien asumirá la silla de primer ministro a principios del próximo mes.

La lista de candidatos es histórica en su magnitud, abarcando tanto alas reformistas como de extrema derecha dentro del PLD conservador.

Entre ellos se encuentran dos mujeres y dos candidatos menores de 50 años, un hecho notable en un partido que ha sido tradicionalmente dominado por hombres de edad avanzada.

Uno de los principales contendientes del sector más progresista del partido es Shinjiro Koizumi, exministro de Medio Ambiente y hijo de Junichiro Koizumi, quien ocupó el cargo de primer ministro entre 2001 y 2006. El hecho de que figuras más jóvenes estén en contienda refleja un posible cambio en la política japonesa, aunque los desafíos que enfrenta el próximo líder son monumentales y requieren soluciones innovadoras y urgentes.

El futuro está en juego no solo para los políticos en contienda, sino para el futuro del propio Japón.