La serie de Netflix 'Emily en París' provoca un desacuerdo entre el presidente francés Emmanuel Macron y el gobierno italiano debido a su enfoque en Roma en la próxima temporada.

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El conflicto entre Italia y Francia ha vuelto a resurgir, esta vez impulsado por la serie de televisión 'Emily en París', producida por Netflix.

Esta popular producción narra las peripecias de Emily, una joven estadounidense interpretada por Lily Collins, quien se traslada a la capital francesa y enfrenta los retos del amor, la imagen y la vida laboral, todo mientras luce impresionantes conjuntos de alta costura.

Aunque la serie ha sido criticada por algunos expertos en cine y televisión, su base de seguidores no deja de crecer, lo que la ha convertido en un fenómeno cultural.

Este éxito ha llevado a que la historia de Emily se convierta en una cuestión de orgullo nacional, especialmente en el contexto de las relaciones entre Francia e Italia.

Ambas naciones comparten una historia rica en cultura y tradiciones, pero también han tenido sus disputas a lo largo del tiempo.

Recientemente, la controversia se avivó cuando se anunció que en la cuarta temporada de la serie, Emily visitaría Roma, donde se verá involucrada con un atractivo personaje masculino que se desplaza en scooter por las pintorescas calles italianas.

Este giro argumental ha desatado críticas desde el Palacio del Elíseo, donde el presidente Emmanuel Macron ha expresado su descontento.

Durante una entrevista con la revista Variety, Macron no dudó en manifestar su deseo de que Emily permanezca en París, afirmando: “Lucharemos con firmeza.

Les pediremos que se queden en París.”

La frase ha resonado en múltiples medios de comunicación, avivando una especie de competencia amistosa o 'frenemies' que caracteriza las interacciones entre ambas naciones.


Históricamente, las relaciones entre Italia y Francia han estado marcadas por la coexistencia de admiración y rivalidad, desde la gastronomía hasta el arte.

Los poetas y dramaturgos han reflejado esta complejidad en sus obras, resaltando las similitudes y diferencias culturales que coexisten a través de la historia.

Algunos críticos han especulado que la elección de Roma como escenario para la cuarta temporada podría estar ligada a un intento por parte de los creadores de la serie de diversificar la narrativa y atraer aún más la atención de la audiencia internacional.

Sin embargo, el hecho de que este cambio de escenario se atraviese con la intervención política del presidente francés pone en relieve cómo el entretenimiento y la diplomacia están más entrelazados que nunca.

Con la inclusión de más escenas en la Ciudad Eterna en la próxima temporada, la serie parece dispuesta a explorar nuevas dinámicas culturales y personajes.

A pesar de las preocupaciones de Macron, la influencia de la serie sigue expandiéndose, resaltando cómo las fronteras entre ficción y realidad se desdibujan, convirtiendo una comedia romántica en un punto de tensión diplomática.

La serie no solo ha cautivado a los espectadores, sino que se ha vuelto un símbolo de la lucha por el control de la narrativa cultural.

De este modo, 'Emily en París' trasciende su formato original, generando debates sobre identidad y representación que van más allá de la pantalla, reflejando la complejidad de las relaciones entre dos grandes países europeos.