A pesar de los bombardeos en Beirut, se vislumbra un acuerdo de cese de hostilidades entre Israel y Líbano, con supervisión internacional.
Beirut ha sido escenario de un nuevo conflicto en el que las fuerzas israelíes lanzaron intensos bombardeos que han sacudido al país.
En una jornada que dejó al menos 31 personas muertas, los ataques israelíes se concentraron en edificios comerciales y residenciales de la capital, así como en la ciudad portuaria de Tiro, que es conocida por ser un bastión del grupo militante Hezbollah.
La estrategia del ejército israelí parece dirigirse a desmantelar las estructuras que Hezbollah ha establecido en la región tras años de hostilidades cruzadas.
Pese a esta escalofriante realidad, fuentes libanesas revelan que se están acercando a un posible acuerdo de cese de fuego.
Un grupo de cinco naciones, entre las que se incluye Francia, podría estar encargado de monitorear cualquier acuerdo que se alcance.
La situación ha llevado tanto al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, como al presidente francés, Emmanuel Macron, a pronunciarse sobre el avance de las conversaciones, siendo optimistas, aunque enfatizando que aún no se ha cerrado ningún pacto.
Estas negociaciones se producen en un contexto de violencias continuas, que se intensificaron en septiembre de 2022 y que han llevado a un aumento de las tensiones en la región.
La ofensiva israelí ha provocado evacuaciones masivas en los suburbios del sur de Beirut, mientras que los bombardeos se han extendido a áreas cercanas a bases policiales y parques públicos, generando un estado de pánico entre los residentes.
Un portavoz de la Casa Blanca, John Kirby, expresó que hay optimismo en torno a las conversaciones de alto el fuego, categorizando la situación como "cercana", aunque advirtió que nada es definitivo hasta que todos los puntos han sido acordados.
En Jerusalén, un alto funcionario israelí confirmó que el gabinete se reúne para evaluar la posibilidad de aprobar un acuerdo de tregua que podría llevar a una desescalada del conflicto.
Las imágenes de este conflicto son aterradoras, con explosiones masivas que iluminan el cielo libanés y generan enormes columnas de humo.
La destrucción ha dejado calles llenas de escombros y vidrios rotos, y muchos vecinos han tomado la decisión de abandonar sus hogares en busca de seguridad.
Los ataques han afectado no solo a las zonas controladas por Hezbollah, sino también a vecindarios cristianos, lo que amplía el impacto de la violencia en una población ya vulnerable.
Este nuevo conflicto entre Israel y Líbano tiene raíces históricas profundas, que se remontan a diversas guerras y enfrentamientos a lo largo de las últimas décadas.
La guerra más devastadora entre ambos países ocurrió en 2006, dejando miles de muertos y un impacto duradero en la región.
A medida que avanza la situación actual, el temor es que la violencia prolongada no solo afecte a Líbano, sino que también tenga repercusiones regionales más amplias.
Las autoridades internacionales deben actuar urgentemente para facilitar un acuerdo que evite más derramamiento de sangre.