Una huelga liderada por el presidente del sindicato United Auto Workers, Shawn Fain, en tres fábricas de General Motors, Ford Motor y Stellantis NV en Detroit, pone en riesgo la producción de vehículos en Estados Unidos. Los trabajadores exigen aumentos salariales significativos y una reducción en la cantidad de horas de trabajo.

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En América del Norte, la industria automotriz de Detroit ha sobrevivido a la pandemia y a la escasez de semiconductores.

Estaban abrazando una transición histórica hacia la era de los vehículos eléctricos, respaldada por miles de millones de euros en subsidios del gobierno de Biden.

Los beneficios estaban llegando en abundancia.

Pero llegó el Huracán Fain.

El paro liderado por el presidente de United Auto Workers, Shawn Fain, en tres fábricas de General Motors, Ford Motor y Stellantis NV, no es un enfrentamiento laboral-industria ordinario.

Los miembros de United Auto Workers se manifiestan en Detroit.

Crédito: AP

El ex electricista de Chrysler, de 54 años, está impulsando un reinicio radical de las escalas salariales y las condiciones de trabajo que cambiarían significativamente la economía de la fabricación de automóviles.

Ha sorprendido a los ejecutivos con demandas escandalosas de aumentos salariales del 40 % en los próximos cuatro años y una semana laboral de 32 horas, algo nunca antes visto en la industria automotriz estadounidense.

También sorprendente ha sido el estilo de negociación poco convencional de Fain.

En lugar de seguir décadas de precedentes y apuntar a una empresa a la vez, Fain ha desafiado a las tres compañías empleadoras de los 146 000 miembros del sindicato al mismo tiempo.


Está causando un daño significativo al interrumpir la producción de camiones y vehículos utilitarios deportivos, al tiempo que evita agotar demasiado el fondo de huelga del UAW. Se ha dejado la opción de paralizar plantas de producción aún más lucrativas, si es necesario.

El presidente de United Auto Workers, Shawn Fain.

Crédito: AP

Dos días antes de la fecha límite de la huelga, Fain incluso plantó a la realeza de la industria automotriz, ya que no se presentó a una sesión de negociación con Bill Ford, bisnieto de Henry Ford.

"Nunca hemos visto algo así", dijo Jim Farley, director ejecutivo de Ford.

La agresividad del UAW refleja de muchas formas el estado de ánimo más asertivo del trabajador estadounidense, quien está preocupado por la seguridad laboral en la era de la inteligencia artificial y está enojado por la creciente brecha de riqueza.

En este verano de huelgas, en el que escritores y actores de Hollywood han abandonado sus trabajos y los trabajadores de empresas tan variadas como Starbucks, Amazon, Apple y Microsoft han votado a favor de sindicalizarse en los últimos dos años, el drama del UAW ha adquirido un significado más amplio.