La reciente muerte del líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, ha causado un desesperante debilitamiento en la influencia iraní frente a Israel. Expertos alertan de las posibles repercusiones en la región.
La reciente muerte de Hassan Nasrallah, líder de Hezbollah, a causa de un ataque aéreo, ha configurado un escenario complejo para las dinámicas de poder en el Medio Oriente.
Este acontecimiento supone una debilitación notable de uno de los principales aliados de Irán en su enfrentamiento prolongado con Israel.
Hasta ahora, Hezbollah ha sido un pilar fundamental en la estrategia militar de Teherán, y su debilidad plantea interrogantes sobre las futuras maniobras de Irán en la región.
Según analistas, el régimen iraní ha buscado históricamente que sus grupos de apoyo, tales como Hezbollah en Líbano, Hamas en Gaza, y diversas milicias en Siria, Yemen e Irak, fungieran como una línea de defensa en su conflicto con Israel.
Sin embargo, la muerte de Nasrallah representa un duro golpe a este enfoque, insuflando un aire de incertidumbre sobre cómo podría reaccionar Irán ante esta pérdida.
Ali Vaez, director del Proyecto Irán en el International Crisis Group, enfatizó que las decisiones que tome Teherán en adelante serán cruciales para el desarrollo de un conflicto que ya parece expandirse, advirtiendo que las opciones de Irán son poco prometedoras.
Al respecto, Julien Barnes-Dacey, director del programa de Medio Oriente y Norte de África en el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, afirmó que la eliminación de Nasrallah incrementa el riesgo de una conflagración peligrosa, no solo en el Medio Oriente, sino potencialmente más allá.
En medio de esta situación volátil, surge la pregunta sobre si Hezbollah aún posee la capacidad de lanzar ataques masivos con misiles contra Israel.
Barnes-Dacey sugirió que si dicha capacidad no está presente, esto podría motivar a Irán a acelerar su desarrollo de armamento nuclear, considerándolo su único recurso disuasorio efectivo restante.
La muerte de Nasrallah no solo afecta el equilibrio de fuerzas en la región, también deja un vacío de liderazgo que será complicado de llenar.
Con una trayectoria marcada por 22 años al frente de Hezbollah, su figura había sido esencial para fomentar una intensa oposición al estado israelí, ganándose el respeto y la devoción de numerosos seguidores en el mundo árabe.
El líder supremo de Irán, el Ayatollah Ali Khamenei, ha expresado su pesar por la pérdida de Nasrallah, instando a la comunidad musulmana a unirse en la resistencia contra Israel.
En su declaración, Khamenei destacó que "todas las fuerzas de la resistencia están preparadas para apoyar a Hezbollah", subrayando la relevancia de esta organización en los próximos desarrollos en la región.
Históricamente, Hezbollah ha evolucionado desde ser un grupo insurgente hasta convertirse en una potente organización armada que ha influido en la política libanesa y en la geopolítica de la región.
Su alianza con Irán ha sido especialmente significativa desde la Revolución Islámica de 1979, cuando Teherán comenzó a brindar apoyo financiero y militar, estableciendo así un frente común contra Israel.
El reto para Irán ahora es mantener su influencia y capacidad de respuesta con la pérdida de un aliado tan crucial como Nasrallah.
Posibles respuestas incluyen la cooperación más estrecha con otras fuerzas proxy en la región, o una serie de represalias que podrían desestabilizar aún más la frágil paz en Medio Oriente.