En la feria comercial más grande del mundo, en Shanghái, se observa el impacto de la política estadounidense en el comercio global, mientras Australia enfrenta desafíos en sus exportaciones.
Shanghai ha sido nuevamente el epicentro del comercio global con la celebración de la China International Import Expo, donde miles de empresas compiten por establecerse en el atractivo mercado chino.
En un evento que ocupa 360,000 metros cuadrados y que recibe a participantes de aproximadamente 150 países, incluido Australia, el bullicio comercial parece ignorar los eventos políticos críticos que ocurren al otro lado del mundo.
A pesar de este ambiente vibrante, no se escucharon anuncios sobre la reciente decisión del pueblo estadounidense de devolver a Donald Trump a la Casa Blanca.
Este resultado electoral, según Trump, podría dar paso a una nueva era de proteccionismo que afectaría al comercio internacional, acrecentando así las tensiones comerciales con China, la segunda economía más grande del mundo.
Trump ha prometido implementar un arancel universal del 60% sobre las importaciones chinas, así como aranceles de entre 10% y 20% sobre otros bienes importados.
Este movimiento es una amenaza no solo para China, sino que también podría impactar negativamente a los productos australianos, que ya enfrentan restricciones comerciales desde 2020.
La comunidad económica australiana se muestra preocupada por las posibles repercusiones de una nueva guerra comercial entre las dos potencias económicas más grandes del planeta.
Este conflicto podría desencadenar una desaceleración en el crecimiento de la economía china, consecuencia que a su vez podría reducir la demanda de productos australianos, como vino, langostas y carne de res.
Actuales encuestas indican que la economía de China está por debajo de sus objetivos de crecimiento, azotada por un colapso en el mercado inmobiliario y una desaceleración en el sector de la construcción.
El gobierno chino enfrenta un gran desafío al intentar reactivar el consumo interno, lo que añade un nivel de complejidad para las empresas australianas que buscan nuevamente posicionarse en este mercado tras años de restricciones.
La situación actual es especialmente crítica para los productores australianos que intentan recuperar sus cuotas de mercado en China.
Las complicaciones recientes relacionadas con la estadía de estas empresas en el 'desierto' del comercio se ven ahora acentuadas por la posibilidad de que los nuevos aranceles estadounidenses afecten a una economía china ya debilitada.
El panorama no es alentador, y el regreso a un mercado más competitivo y complejo seguramente pondrá a prueba la resiliencia de estas industrias.
Históricamente, el intercambio entre Australia y China ha sido fundamental para el crecimiento económico australiano.
Alrededor del 30% de las exportaciones australianas se dirigen a China, lo que hace que cualquier cambio en la dinámica comercial o política tenga un efecto significativo.
En este contexto, la China International Import Expo no solo refleja las tendencias actuales del comercio, sino que también puede ser vista como una pieza clave en un rompecabezas más grande donde la política estadounidense juega un rol central.