Antoñana, en la provincia de Álava, presenta su nuevo programa piloto de comidas diarias dirigido a personas mayores, con el objetivo de mejorar su calidad de vida, promover su autonomía y reducir la soledad, apoyado por el Departamento de Bienestar, Juventud y Reto Demográfico del Gobierno Vasco. La iniciativa ofrece menús equilibrados elaborados con productos locales a precios asequibles y busca fortalecer las relaciones sociales en la comunidad rural.

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Esta iniciativa, que inició oficialmente el jueves 13 de noviembre, busca ofrecer un espacio de encuentro y alimentación saludable para la población sénior del municipio, promoviendo su bienestar y participación en la comunidad.

El concejal Esteban García Campijo destacó que esta estrategia se ha diseñado para evitar que las personas #mayores vivan en soledad y que además, les permite mantener una vida activa y socializada.

La iniciativa consiste en ofrecer comidas elaboradas en un restaurante cercano a precios reducidos, que incluyen dos platos, un postre y una bebida, en un entorno cómodo y accesible en el centro social del pueblo, que cuenta con una amplia salón y cocina equipada.

Los precios, convertidos a euros, oscilan en torno a los 4,50 € por comida, un coste muy asequible que permite a las familias y a los propios ancianos acceder a alimentos equilibrados sin carga económica significativa.

Este servicio funciona en un contexto en el que la despoblación rural, un fenómeno que afecta también al País Vasco y a toda Europa, ha agravado los retos relacionados con el #envejecimiento de la población.

En muchas zonas rurales, como Antoñana, la proporción de personas mayores, especialmente aquellas que viven solas, aumenta continuamente, con menos contactos sociales y actividades, lo que incrementa la vulnerabilidad emocional y física de estos individuos.

La esperanza de vida en #Euskadi supera los 83 años, y estudios recientes indican que un 15% de la población tiene más de 65 años, con una tendencia a seguir creciendo.

Desde una perspectiva histórica, en regiones como Álava, la tradición de la vida comunitaria ha sido clave para el bienestar de sus habitantes. Sin embargo, la modernización y urbanización han fragmentado estos vínculos, dejando a muchas personas mayores en mayor riesgo de aislamiento. Las administraciones locales, ante estos desafíos, buscan ofrecer recursos que fomenten la autonomía y la integración social, tal como ha ocurrido ahora en Antoñana.

Accidentes en la preparación de comidas caseras y el deterioro de la #salud por desnutrición o malnutrición

El proyecto social también pretende reducir riesgos asociados a la mala alimentación, accidentes en la preparación de comidas caseras y el deterioro de la salud por desnutrición o malnutrición.

La propuesta se orienta a que los adultos mayores puedan disfrutar de una dieta equilibrada, con ingredientes locales, siguiendo pautas nutricionales establecidas por el equipo del centro de salud de Maeztu, y con la participación de profesionales cualificados en manipulación de alimentos.

El comedor social está habilitado en las instalaciones del centro social, que cuenta con accesos adaptados para personas con movilidad reducida y baños adecuados.

La comida es preparada en un restaurante de Maeztu, utilizando productos de proximidad, una estrategia que fomenta la economía local y garantiza la calidad de los ingredientes.

Un trabajador local, certificado en manipulación de alimentos, se encargará de atender a los usuarios durante el servicio.

Se estima que, inicialmente, alrededor de 10 residentes mayores de 65 años se beneficiarán de este programa cada día, dejando espacio para ampliar la participación en función de la demanda.

El objetivo es mantener a estas personas en su entorno habitual durante el mayor tiempo posible, brindándoles una red de apoyo y fomentando sus relaciones sociales.

Además, las familias de los beneficiarios podrán sentirse más tranquilas al saber que sus seres queridos reciben atención adecuada y buena alimentación en un espacio que promueve la autonomía y la interacción social.

La realización de evaluaciones periódicas permitirá medir el impacto del servicio y ajustar aspectos logísticos y de contenido en función de las necesidades de los usuarios.