Analizamos si las tarjetas de crédito con programas de recompensas realmente compensan cuando se enfrentan a recargos y tarifas por transacción. Descubre si te conviene usarlas y cómo aprovechar sus beneficios al máximo.

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Las tarjetas de crédito con programas de recompensas se han convertido en una herramienta popular para muchos consumidores que buscan maximizar sus beneficios al realizar compras.

Sin embargo, en los últimos años, ha surgido una tendencia que genera dudas: los recargos y tarifas por transacción que algunos comercios añaden al pagar con tarjeta.

¿Realmente merece la pena utilizar estas tarjetas en un entorno donde los recargos aumentan el costo final de cada compra?

Históricamente, las tarjetas de crédito fueron diseñadas para ofrecer ventajas como puntos, millas o cashback, incentivando a los usuarios a utilizarlas en sus compras diarias.

Estas recompensas, en condiciones ideales, pueden significar ahorros sustanciales si se gestionan correctamente. Sin embargo, la realidad del mercado actual presenta un escenario diferente, en el que muchos comercios, especialmente pequeños negocios, comienzan a cobrar recargos de entre 1.5% y 3% por el uso de tarjetas de crédito.

Este fenómeno empezó a popularizarse durante la pandemia de COVID-19, cuando los comercios enfrentaron mayores costos operativos y buscaron maneras de compensar esas pérdidas.

La práctica, aunque permitida desde un acuerdo de 2012 entre las redes de tarjetas y algunos comerciantes en Estados Unidos, ha generado controversia y rechazo entre los consumidores.

En países como España, Francia o Alemania, la legislación prohíbe o limita estos recargos, pero en otros lugares, la regulación es más laxa.

Para entender mejor la situación, es importante considerar las tarifas que se manejan. En Estados Unidos, los recargos varían entre 1.5% y 3%, lo que puede traducirse en un aumento de aproximadamente 1,50€ a 3€ por cada 100€ de compra. En Europa, las tarifas están reguladas y en muchos casos se prohíben estos recargos, pero en países donde sí están permitidos, los consumidores suelen sentirse frustrados y descontentos.

Las encuestas recientes muestran que el 87% de los consumidores en EE. UU. sienten que están siendo